Son las 9 de la mañana. Hace dos horas partió el primer tren hacia Estados Unidos, destino de los miles de indocumentados de Centro y Sudamérica que abandonan su país en busca de mejores oportunidades de trabajo.
'La bestia de hierro', 'El tren de la muerte', 'El caballo de Troya', 'El diablo de acero', son algunos de los nombres con los que se conoce a los convoyes de la compañía Kansas City Southern, cuya ruta cubre gran parte del territorio mexicano e incluye el centro del país. Sus vías férreas tocan la geografía del estado de México, así como de las entidades de Hidalgo, Querétaro, Guanajuato, San Luis Potosí, Coahuila y Nuevo León.
Su terminal es el estado americano de Texas, condado que sirve de recepción a los inmigrantes que, cuando logran cruzar la frontera, se desplazan a Luisiana, Oklahoma, Arkansas, Misisipi, Alabama y demás ciudades estadounidenses para burlar a los agentes migratorios y construir una vida con un trabajo bien remunerado, el llamado 'sueño americano'.
En el estado de México, todos los días, el Comedor del Migrante San José Huehuetoca se llena de indocumentados. Andrea González y Jorge Andrade, los coordinadores del albergue, activistas extranjeros y los integrantes del colectivo Ustedes Somos Nosotros los proveen de alimentos, ropa, calzado y asistencia médica.
Pocos de los que atraviesan el sur de México logran llegar a este albergue, pues durante su travesía son presa de grupos criminales y de algunas corporaciones policiacas, quienes los extorsionan y despojan de sus pertenencias, o bien los denuncian ante las autoridades migratorias del país.
De acuerdo con cifras de la Secretaría de Gobernación de México (Segob), al menos en los primeros cuatro meses de 2016 fueron detenidos 47.361 migrantes, en su mayoría provenientes de El Salvador, Guatemala y Honduras, de los cuales 43.930 fueron deportados a sus respectivos países por las autoridades mexicanas.
Andrea González, de la Casa del Migrante Mexicano, comenta a RT en Español: "Alrededor de las casas del migrante siempre hay toda una dinámica que se gesta con el crimen organizado. Aquí, en Huehuetoca, llegó un momento en que un grupo de polleros [gente que transporta inmigrantes, normalmente en camionetas] se instaló en un árbol afuera del albergue y empezaron a cobrar cuotas para que la gente pasara; es decir, para que pudieran subirse al tren.
"Y aunque los denunciamos [ante las autoridades mexicanas], nunca nos hicieron caso. Luego llegaron integrantes de la organización delictiva conocida como la Mara Salvatrucha, y comenzaron a pedir sobornos dentro de nuestras instalaciones. Entonces no teníamos un respaldo en materia de seguridad por parte del gobierno local; ellos nos veían como un albergue ilegal", comentó Andrea.
En el albergue San José, la mayoría de los migrantes son ciudadanos de Honduras, país que desde el golpe de Estado del 28 de junio de 2009 no recupera la mala racha económica ni supera los problemas sociales, menos aún la violencia generalizada derivada de esa crisis.
Los fundadores de este espacio destinado a migrantes aseguran que es importante que se "asuma que ellos están aquí, son una realidad nacional". Hasta ahora, en México no hay una política migratoria impulsada por el Gobierno Federal respecto a la llamada 'migración de paso'. No se ha reconocido que son miles de personas las que cruzan a diario el territorio mexicano.
El caso de Elvis Joel
Elvis Joel nació en Honduras. Tiene 24 años y mantenía a su familia, conformada por su esposa y sus tres hijos, quienes se quedaron en su país. Admite la dificultad de llegar a Estados Unidos como indocumentado y relata su experiencia a RT en Español:
"Para cruzar la frontera de México, un grupo de amigos y yo pasamos por Palenque, Chiapas, donde tuvimos que pagar 200 pesos [10,6 dólares] para entrar. De ahí agarramos un tren. Viajar en él es cosa seria porque la noche es muy fría, se te congelan las manos y los pies. Tienes que estar despierto todo el tiempo, de lo contrario te caes.
"De Chiapas, llegamos a la ciudad de Coatzacoalcos. Ahí sí está fea la cosa porque bajan a las personas del tren, les quitan sus pertenencias, e incluso pueden secuestrarlos. Por eso en esa ciudad de Chiapas [Palenque] muchos se regresan.
"De Coatzacoalcos nos vinimos al estado de México en camión, ya que no pudimos agarrar tren porque tienes que pagar 100 dólares para que te pasen. No sé si son Maras o Los Zetas, pero si no pagas no te dejan cruzar. Si pasas sin haber dado la cuota, te parten [te matan]. Ese mismo día que veníamos de Coatzacoalcos, como a eso de las ocho de la noche, mataron a un chavo; lo picaron [apuñalaron] muy feo", comenta Elvis.
Cuando RT le pregunta al hondureño si vale la pena el riesgo de cruzar la frontera, sabiendo los actuales peligros que aquejan a México como el crimen organizado, Elvis Joel dice: "Si logras llegar, sí. Mi sueño es darle un patrimonio a mis hijos. Traigo la mentalidad de cambiar el estilo de vida digno que nunca tuve, así sea enfrentando los riesgos, sabiendo que puedes morir en el intento".
José Luis Montenegro