La llamada 'Madre de todas las bombas' fue arrojada este jueves sobre terroristas de Estado Islámico en la provincia de Nangarhar, en el este de Afganistán y cerca de la frontera con Pakistán. El lanzamiento de la GBU-43/B de unas 9,5 toneladas fue efectuado desde un avión MC-130 perteneciente a un cuerpo de operaciones especiales de la Fuerza Aérea de EE.UU.
Kabul ha confirmado que al menos 36 combatientes del grupo terrorista Estado Islámico han fallecido como resultado de la caída de esta bomba, que destruyó tres túneles subterráneos, armamento y munición de esos yihadistas.
Tras haber sido arrojada, la bomba fue guiada por GPS y detonada a menos de dos metros del suelo. A diferencia de cualquier dispositivo similar activado en el aire, la GBU-43/B genera una ola expansiva en el subsuelo al impactar y penetrar la tierra, lo que incrementa su poder destructivo. Por ese motivo, se emplea para destruir búnkeres, túneles y otros lugares que suelen soportar bombas estándar o ataques de artillería de gran tamaño.
Este polémico lanzamiento fue criticado por muchos opositores de la política de Trump, principalmente por el astronómico coste de la operación: 314 millones de dólares, según subraya Edward Snowden.
Por su parte, la periodista Abby Martin había apuntado que "95.000 seres humanos" viven en la zona donde se lanzó la bomba, que tiene "un radio de explosión de una milla [1.609 metros]". No obstante, el Ministerio de Defensa afgano asegura que no han muerto civiles.