Esta semana numerosos expertos y analistas compitieron para elaborar el mejor guion de la guerra que debía desatarse en la Península coreana. Sin embargo, la mayoría de ellos cometen un "error fundamental", equiparando Corea del Norte a Ucrania y Siria, opina el politólogo Guevorg Mirzaián en un artículo publicado por RIA Novosti. "En realidad el conflicto en torno a Corea del Norte es único, ya que tiene un nivel muy alto de amenaza pero una probabilidad baja de derivar en una guerra real", explica.
Las reglas del juego
Según Mirzaián, ninguno de los actores en la Península está dispuesto a lanzar el primer ataque. El analista destaca que la élite norcoreana es consciente de que cualquier guerra culminaría en la toma de Pionyang; por su parte, los estadounidenses, japoneses y surcoreanos entienden que pagarían muy caro el inicio un conflicto. Aparte de pérdidas humanas y la posible contaminación nuclear, el experto presenta tres razones principales por las cuales estos tres últimos países no quieren desatar una guerra real:
- Seúl dejaría de existir porque la artillería norcoreana reducirá a cenizas la ciudad, situada a tan solo a 50 kilómetros de la frontera;
- El costo de integración de una Corea del Norte destruida por la guerra sería inmenso y equivaldría a varios PIB anuales del Sur;
- No hay garantías de que Pekín no se involucre en el conflicto para defender a Pionyang.
El politólogo también descarta un guion con "ataques limitados" contra instalaciones nucleares de Pionyang, afirmando que esos objetos están bien protegidos bajo la tierra y que Corea del Norte responderá en caso de cualquier ataque, lo que provocaría una guerra a gran escala.
"Por eso ningún presidente estadunidense ha atacado Corea del Norte y ninguna de las crisis en la Península ha terminado en una guerra", asevera Mirzaián. "Todos entendieron perfectamente las reglas del juego y no cruzaron las líneas rojas", añade.
El factor Trump
Pese a su imagen de persona impredecible, en realidad el presidente estadounidense, Donald Trump, se comporta de manera lógica en la arena internacional, apunta el experto. Esa afirmación es correcta en cuanto a las últimas tensiones en torno a Corea del Norte: "Trump mostró deliberadamente que estaba dispuesto a cruzar la línea roja", cree Mirzaián. De esa manera, relata el autor del artículo, Trump presionó a China para que Pekín, a su turno, presionara a Corea del Norte, garantizando el triunfo mediático de Trump sobre uno de los integrantes del 'eje del mal'.
Aunque Pekín intentó presionar a Pionyang (por ejemplo, devolviendo a sus puertos de origen barcos procedentes de Corea del Norte con cargamentos de carbón, la principal exportación del país), no consiguió su objetivo, y las autoridades norcoreanas no solo celebraron un gran desfile militar en el que, entre otras armas, se exhibieron nuevos misiles para submarinos, sino que realizaron pruebas de misiles.
Finalmente la Administración estadounidense optó por no atacar y apostó por la estrategia de la contención, es decir, exactamente lo que hicieron todas las Administraciones anteriores, recuerda el politólogo. En el marco de esa estrategia EE.UU. podría realizar nuevas maniobras conjuntas y ampliar aún más la cooperación militar con Corea del Sur y Japón para contener no solo a Pionyang, sino también a Pekín. Y ese podría ser el objetivo real de Trump en la situación actual, concluye el autor.