Cuando el 8 de abril un grupo de manifestantes incendió en Caracas el edificio de la Dirección Ejecutiva de la Magistratura en medio de una protesta contra el Gobierno de Nicolás Maduro, los dirigentes opositores condenaron esos hechos.
Seguidamente comenzó a aparecer en el discurso opositor frases como "existen infiltrados que se enfrentan a las fuerzas de seguridad", con lo cual aluden a supuestos chavistas que sabotean sus protestas.
El filósofo Antonio Aponte Jr. explicó a RT que los opositores utilizan en su beneficio las fotografías que generan los actos violentos, pero al mismo tiempo tratan de deslindarse de ellos por varias razones.
En estas protestas violentas, señala a un tipo de "guarimbero (manifestante) pobre", distinto al "estudiante clase media" que siguió a Leopoldo López en el plan 'La Salida' de 2014.
Enemigos de clase
"Este sujeto, proveniente de clases populares, es el principal dolor de cabeza para la oposición, porque si bien acude a la violencia antigubernamental, no atiende a los lineamientos de los dirigentes políticos opositores, no los reconoce ni milita en sus estructuras partidistas y espanta a las bases de apoyo opositoras".
Para Aponte, esa falta de control es una evidencia de que la oposición "no tiene las facultades mínimas para gobernar un país tan complejo y explosivo como Venezuela".
Otra de las razones, agrega, es que esos sujetos procedentes de las clases populares "han sido los enemigos sociales históricos de la dirigencia opositora, y por eso no compran sus discursos clasistas".
¿Infiltrados?
Para el filósofo, este "guarimbero 2017" es una especie de agente libre que actúa por su cuenta.
"Uno que ha osado recurrir al acto político que más rechazan las élites: el saqueo popular a cualquier negocio, y con ello atenta contra lo más sagrado de las familias burguesas: la propiedad privada en zonas que se consideraban privilegiadas".
De allí que se apresuren a señalarlos como "infiltrados", aunque atiendan a sus convocatorias y les resulten funcionales, "porque los enemista contra su verdadero nicho sólido, y produce desdén y apatía en el sujeto político que necesita movilizar".
Aponte Jr. precisa que por un lado la oposición los apunta como "colectivos chavistas infiltrados", y por otro pide la libertad de los apresados en estos actos de violencia.
Disparos a la mente
Estudiosos de fenómenos sociales consideran que buena parte de la situación de los últimos días en Venezuela evidencia efectos de una guerra psicológica.
Ovilia Suárez, especialista en psicología del desarrollo humano, es una de las que coincide con ese análisis.
Entrevistada por RT detalló: "Observamos personas a las que se les presentan los hechos reales pero que los interpretan de manera contraria. Por eso, los militantes opositores creen que los violentos (como les señalan sus líderes) son infiltrados, aun cuando militen en sus mismas causas".
Para ilustrar su teoría aplicó un ejemplo extremo. "Imagine que va por el mundo preguntando: '¿Usted cree que los judíos se autodestruyeron para culpabilizar a Hitler de una matanza?'. Lo calificarían de loco, como mínimo".
En opinión de la psicóloga algo similar ocurre en Venezuela.
"Hay casos registrados de líderes chavistas asesinados, de grupos violentos que destruyen infraestructura construida por el Gobierno bolivariano y los opositores expresan que eso fue obra del chavismo para victimizarse".
Por último, Ovilia Suárez calificó de "peligrosa" la situación porque, "cuando se interpreta de esa manera la realidad, las personas, en este caso los opositores, tienden a presentar actitudes psicóticas".
Ernesto J. Navarro