Mientras trabajaba en su granja, ubicada en el municipio de Los Palacios (Pinar del Río, Cuba), Julio Casanas fue aguijoneado por un venenoso alacrán.
En pocos días descubrió que sus dolores corporales habían desaparecido tras la picadura. Desde entonces, los alacranes son el remedio de sus males.
"Eso fue por casualidad. Me había picado un alacrán y los dolores que tenía yo se me habían calmado. Entonces seguí usándolos", dijo el granjero cubano
"Pongo el escorpión donde me duele: si me duele la rodilla, lo pongo en la rodilla, si me duele el codo, lo pongo en el codo". Casanas reveló que se deja aguijonear por un alacrán "cada 15 o 20 días", dependiendo de cuándo se produzca el dolor.
Las toxinas de los escorpiones tienen aplicaciones farmacológicas, llegando a usarse para tratar trastornos autoinmunes como la artritis reumatoide, la enfermedad inflamatoria del intestino y la esclerosis múltiple.
En 2007, 'The Wall Street Journal' informó que poco menos de cuatro litros de veneno de escorpión costaban alrededor de 39 millones de dólares.