El "elemento perverso" que distorsiona la economía venezolana

Con el anuncio hecho el 01 de mayo, se concreta el tercer aumento salarial decretado por Nicolás Maduro en lo que va de 2017.

En vísperas del 1 de mayo, los trabajadores venezolanos recibieron la noticia de un aumento del 60 % del salario mínimo nacional, según un despacho del Ministerio de Comunicación e Información. 

Se trata del tercer aumento decretado por Nicolás Maduro en lo que va de 2017. "Aumenta el salario, el cestaticket (bono de alimentación), las pensiones y las tablas laborales de todos los trabajadores de la administración pública", detalló el jefe de Estado.

Con el nuevo incremento salarial, el ingreso mínimo de los trabajadores pasa de 40.638 bolívares (unos 60 dólares calculados a la tasa oficial) a 65.000 bolívares (90 dólares), mientras que el bono de alimentación, el cestaticket, pasa de 108.000 (105 dólares) a 135.000 bolívares (187 dólares).

Sumando ambas escalas, el salario mínimo integral venezolano será de 200.000 bolívares (unos 278 dólares) a partir del mes de mayo.

Pero ese anuncio, que supone una buena noticia en cualquier país del planeta, es condenada por los adversarios al chavismo, quienes opinan que los incrementos de sueldos solo empujan la inflación.

Opinión vs. realidad

"Se ha sembrado la opinión de que los aumentos salariales son perjudiciales porque llevan a la inflación. Algo que no se puede creer: asalariados que rechazan un aumento. No obstante, creo que es solo una opinión. Pregúntenle a cualquier opositor si rechazaría recibir el aumento salarial; ninguno dirá que sí", declaró a RT Eduardo Samán, exministro de Comercio de Venezuela.

Samán explicó que el aumento del salario era una necesidad y no surge de forma espontánea, sino como consecuencia de la actual inflación.

"En Venezuela no ocurre que se aumenten los salarios y luego se genere una inflación. Al contrario, el aumento salarial decretado por el presidente Maduro es una respuesta a la inflación inducida".

Inflación

Cifras publicadas por el Banco Central de Venezuela indican que el país cerró el año 2015 con una inflación acumulada de 180,9 %

Durante 2016 no se difundieron cifras oficiales, y cada medio de comunicación, adverso al Gobierno, publicó sus propias estimaciones: 474,8 %, 550 % y hasta un 720 %.

El exministro Samán detalla que la inflación venezolana está asociada a la especulación que se hace con un dólar paralelo.

"Los precios se rigen por esa fluctuación y no por la tasa oficial de cambio que se ha mantenido con cierta estabilidad (1$=719,30 bolívares). El dólar paralelo fluctúa y eso hace aumentar los precios. Esa fluctuación hace que el aumento del salario sea una necesidad. La inflación que hoy tiene Venezuela no está ligada al incremento del salario", sostiene.

A futuro

Consultado sobre el aumento indiscriminado del precio de los productos, el exministro precisa que existe "un elemento perverso en la economía venezolana: el llamado costo de reposición".

En otras palabras, los precios no se construyen por el costo de producirlos, sino que lo determina la expectativa de cuánto cree que va a costarle (a los comerciantes) la próxima vez que lo adquiera.

"Los aumentos de precios no tienen nada que ver con lo que cuestan los productos. La propuesta de congelamiento de precios pretende frenar esa perversidad: que los precios suban por una opinión", asevera.

Hasta la fecha, el anuncio de congelar los precios hecho por el presidente Maduro, no se ha concretado en un decreto.

"Se creó una comisión para reunirse con los diferentes sectores productivos y tratar que el incremento del salario se traduzca en un aumento del poder adquisitivo", indica el exministro.

Mientras, el discurso de los empresarios sigue siendo el mismo. "Las medidas de control y los aumentos salariales solo llevarán al cierre de empresas, al desempleo y a la escasez".

Para el también académico, ese discurso tiene solo una motivación política, "porque los empresarios venezolanos han crecido sustancialmente en los años de Gobierno del chavismo. Solo tratan de generar temor en los trabajadores", concluye.

 

Ernesto J. Navarro