No importa cuán fuerte sea la presión de EE.UU. sobre Kim Jong-un para que abandone su programa nuclear, Corea del Norte no cederá. Esto es lo que afirma Peter Van Ness, profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Australia, argumentando que la capacidad nuclear de Pionyang es lo que separa al líder norcoreano de experimentar un desenlace similar al que sus homólogos de Irak y Libia, que no poseían armas nucleares, sufrieron en el pasado.
"Pero", según Van Ness, "si China ejerce una presión suficiente, Kim podría acceder a detener sus pruebas nucleares", indica en East Asia Forum. De esta forma, el académico introduce la estrategia con la que Washington, Pionyang y Pekín podrían "salvar la cara" —evitar que su participación en la resolución del conflicto sea percibida públicamente como un fracaso— y hacer que la situación termine en beneficio para las tres partes.
¿Cuáles son los hechos?
Primeramente, Van Ness menciona una serie de factores que han conducido el conflicto en la península coreana hasta su punto actual.
- Es probable que la capacidad nuclear de Corea del Norte aumente en el futuro próximo.
- Considerando lo anterior, para EE.UU. sería mejor que se diera una confrontación militar ahora que dentro de un tiempo.
- Para Kim Jong-un, provocar una guerra "significaría el suicidio".
- Por lo que "nadie en su sano juicio" querría una guerra en la región.
¿Cuál es la estrategia?
Para el académico la posibilidad de que se resuelva exitosamente el conflicto depende de la mediación activa de Pekín en dos fases: primero, China debe tratar de convencer a EE.UU. de que acepte el hecho de que Pionyang no dará un paso atrás en su programa nuclear. Segundo, el gigante asiático debe proceder a convencer a Corea del Norte a que detenga temporalmente sus pruebas nucleares hasta que se reanude algo similar a las pasadas negociaciones con el Sexteto.
Van Ness afirma que tanto Kim Jong-un como Donald Trump se verían inclinados a acceder, argumentando que los líderes se encuentran en una encrucijada: si el estadounidense decide derribar misiles norcoreanos y tiene éxito, no tiene sentido que Kim arriesgue su autoridad política interna con más pruebas fallidas. Luego, si los sistemas antimisiles norteamericanos fallan, lo cual ha sucedido repetidamente, la imagen de Trump se vería debilitada.
¿Cómo ganan las partes?
Es crucial que esta operación conjunta se realice a puerta cerrada: si tanto Washington como Pionyang acceden, entonces los titulares publicarían la noticia de que Corea del Norte ha detenido sus pruebas nucleares y está pidiendo negociaciones. "Trump podría decir, 'miren lo que les hemos forzado hacer', mientras que Kim diría 'miren, el aterrorizado EE.UU. ha accedido a nuestra insistencia de negociar'", asegura el analista.
Finalmente, "China tiene aquí una oportunidad para demostrar al mundo que es un actor importante en temas claves de seguridad global, y que puede ayudar a unir a potenciales adversarios para discutir y negociar sus diferencias en vez de luchar guerras", concluye Van Ness.