El 22 de junio de 1941 a las 4 de la madrugada, cuando cientos de bombarderos alemanes entraron en el espacio aéreo de la Unión Soviética, comenzó la guerra más terrible en la historia de Rusia: la Gran Guerra Patria. Duró 1.418 días y, según estimaciones diferentes, se llevó las vidas de 20 a 30 millones de personas.
Cada 9 de mayo en Rusia se celebra una de las fiestas más importantes: el Día de la Victoria. Este día tiene un significado especial para cada ruso, porque no hubo ni una familia que no experimentara el dolor de la pérdida en la guerra.
Cada año fallecen testigos de estos sucesos trágicos. Las personas que tenían 5 o 6 años cuando empezó la guerra ahora tienen más de 80. Cada testigo es una joya, cada uno vivió una experiencia única, y para que sus historias no caigan en lo olvido el fotógrafo ruso Alexánder Mets hizo retratos de los que vieron la guerra y recogió sus testimonios. A continuación les presentamos tres historias de su proyecto fotográfico 'Recordamos'.
1. Karina Ivánovna Klímova nació en 1935, tenía 6 años cuando empezó la guerra.
"Recuerdo claramente como mi madre me bordó las iniciales en el pañuelo, andábamos por una vía ferrocarril hacia la guardería, yo lloraba. En la guardería nos capturaron los finlandeses" (Durante la Segunda Guerra Mundial Finlandia apoyó a la coalición de Hitler).
"Nos mantenían en un granero. Llorábamos en la oscuridad, teníamos miedo (…) Después nos trasladaron a un colegio en Petrozavodsk, donde me cambiaron el nombre por Ailí. Para comer nos daban nabos, lo que entonces se consideraba una buena alimentación".
"Nos preparaban para trasladarnos a alguna parte, todos los niños fueron conducidos a un hospital, y yo me escondí detrás de una estufa. Comenzó el bombardeo, y junto con otros supervivientes me arrastré fuera de la casa y escapé. Tuve mucha suerte, logré esconderme, ¡tenía que pasarme a mí! Nos registraban a todos, y yo estaba detrás de la estufa; así sobreviví, no me trasladaron".
2. María Vasílievna Fiódorova nació en 1939 en la región de Nóvgorod. Cuando empezó la Gran Guerra Patria tenía 3 años. A los 11 años ella y su hermana mayor se quedaron huérfanas.
"Mi vida ha sido tan dura, mejor no recordarlo. No hubo nada bueno, fue muy penosa y difícil".
"Cuando mi madre y yo regresábamos a casa después del campamento [un campamento alemán para prisioneros rusos], ella llevaba un colchón lleno de cosas y a mí. Primero arrastraba el colchón hacia delante, después regresaba y me llevaba a mí, y así a lo largo de 45 kilómetros. Yo entonces no podía andar, me dolían las piernas".
"Después nos encontró mi padre, a caballo, cerca de la estación a la que fue para buscarnos. Sabía que debíamos llegar. Entonces me vio, estuvo un rato mirándome y le preguntó a mi madre: '¿¡Por qué la has arrastrado!? ¡Tiene las piernas y las manos como briznas de paja, no es más que un par de ojos!'. Mi madre dijo: 'Bueno, Vasia, está viva, a los vivos no se los puede abandonar'. Estaban hablando así y yo lo escuché todo. Esas palabras para mí son como un estigma".
3. Alexánder Yegórievich Panskói nació en 1933, a los 10 años fue capturado y trasladado a un campamento alemán.
"Tenía 10 años cuando llegué al campamento, el día 8 de marzo del 1943. Viví dos años y nueve meses bajo los alemanes".
"Cuando regresé a casa, todos regresaban al lugar de donde se fueron, nos registraban y nos revisaban por si teníamos lazos con los ocupantes, los aldeanos tenían que confirmar mi identidad. Hubo muchas preguntas".
"Cuando terminó la guerra había un sentimiento de que íbamos a restaurarlo todo y a seguir viviendo, de que tendríamos un futuro. Todo el mundo esperaba que volvieran sus padres. Pero no había nadie a quien esperar: toda mi familia murió en las batallas. Nadie ha escrito la verdad sobre la guerra ni nunca la escribirá".