Una auditoría desclasificada del Departamento de Defensa de EE.UU. muestra que las autoridades estadounidenses desconocen el paradero de armas, municiones y equipo por mil millones de dólares suministrados al Ejército de Irak. El problema se atribuye a la negligencia de los militares.
Los cálculos fueron realizados en septiembre de 2016 y se han hecho públicos este miércoles de conformidad con la Ley estadounidense de Libertad de Información por solicitud de la ONG Amnistía Internacional.
Falta de control
Los fondos desaparecidos habían sido gastados legalmente a través del Fondo de Entrenamiento y Equipamiento de Irak. La intención fue asistir al Gobierno iraquí a combatir el Estado Islámico, pero se produjo algún desvío y los activos desaparecieron ya en forma de armamento y maquinaria antes de su entrega al destinatario.
La autoridad del Primer Comando Logístico "no tenía controles eficaces para mantener la completa visibilidad y responsabilidad del equipamiento bélico en Kuwait e Irak antes de transferirse al Gobierno de Irak", reveló la auditoría.
Un sistema "defectuoso y peligroso"
En opinión del investigador de Amnistía que ha sido el primero en conocer los resultados de esta auditoría fuera de los cuerpos gubernamentales, Patrick Wilcken, el sistema de control de armas en una región extremadamente volátil es "defectuoso y potencialmente peligroso".
La situación es "preocupante" teniendo en cuenta "la larga historia de fugas de armas estadounidenses a múltiples grupos armados que cometen atrocidades en Irak", destaca la nota del investigador publicada en la página web de la organización. No se descarta que el material desaparecido cayera en manos del Estado Islámico.
Entre las transferencias había decenas de miles de fusiles de asalto valorados en 28 millones de dólares, cientos de proyectiles de mortero y cientos de vehículos blindados Humvee para el Ejército iraquí, las milicias progubernamentales y las kurdas (Peshmerga).
Sin mejoría una década después
Amnistía Internacional recordó con este motivo que los mismos problemas se detectaron en 2007. En aquel entonces los activistas denunciaron las irregularidades y el Pentágono respondió que se trataría de mejorar el control de la circulación de armas: algo que no sucedió.
Diez años después sigue ocurriendo lo mismo, destaca el investigador de la ONG. "Esto debería ser un llamamiento urgente para que EE.UU. y todos los países que suministren armas a Irak y apuntalen urgentemente los controles. Enviar millones de dólares de armas a un agujero negro y esperar una mejora no es una estrategia viable de lucha contra el terrorismo", sostiene Wilcken.