De "logro increíble" ha tildado la Agencia de Defensa Antimisiles de EE.UU. el simulacro del 30 de mayo en el que un proyectil lanzado desde la base aérea de Vandenberg (California) sobrevoló el océano Pacífico y derribó un misil de amenaza simulada que había partido desde el atolón Kwajalein, en las Islas Marshall. Se trata de la primera vez que el Pentágono prueba su capacidad para abatir un misil balístico de esas características con un proyectil interceptor de largo alcance.
Pero, ¿cómo podría influir este éxito de la ingeniería en el equilibrio nuclear estratégico entre Rusia y EE.UU., o entre el de Washington y Pekín? Y los analistas militares responden que de ninguna manera. Así se desprende de los comentarios recogidos por el portal de noticias ruso Vzgliad.
Dejando aparte detalles del funcionamiento de la nueva arma, su razonamiento es el siguiente: de momento este sistema antimisiles puede derribar solo proyectiles balísticos de países como Irán o Corea del Norte.
¿Cómo funciona el Sistema GMD?
El sistema de defensa antimisiles con base en tierra (GMD, según sus siglas en inglés) está concebido pera destruir misiles balísticos intercontinentales en el momento en que todavía se encuentran en el espacio y no han empezado a caer en picado a gran velocidad sobre su objetivo.
El principio de funcionamiento del sistema es el siguiente: el radar con base en tierra PAVE PAWS o su análogo naval SBX detecta un misil balístico y transmite datos al sistema GMD, el cual lanza un misil-interceptor con base en un silo. Cuando este cohete entra en el espacio, del portador se separa el Vehículo Exoatmosférico de Destrucción (Exoatmospheric Kill Vehicle, EKV), el cual, mediante sus propios radares incorporados y sensores instalados en tierra, se guía hacia el objetivo y lo destruye por impacto directo.
Por lo tanto, el entusiasmo de los militares y contratistas del programa [el contratista principal es Boeing, mientras que Raytheon y Orbital Sciences Corp desarrollan interceptores y los cohetes-propulsores] es merecido. Interceptar misiles balísticos intercontinentales en el espacio (o mejor dicho, sus ojivas) es un logro verdaderamente colosal desde el punto de vista de la ingeniería.
"Interceptar un misil balístico es un reto técnico superior. Los científicos lo comparan con acertar con una bala en otra en pleno vuelo", explicó en su artículo publicado en 2014 el comentarista de 'Los Angeles Times' David Willman.
Esta 'bala' de 1,5 metros de largo y de 68 kilogramos de peso es sometida durante su trayectoria a cargas muy elevadas: desde un calor abrasador hasta poderosas vibraciones pasando por las temperaturas heladas que se registran fuera de la atmósfera de la Tierra.
¿Por qué este éxito no amenaza ni a Rusia ni a China?
Sin embargo, al margen de este evidente éxito ha quedado aún el problema de la estabilidad de los impactos. Los críticos del sistema en el mismo EE.UU. consideran el GMD el sistema más complejo y poco fiable. Desde el 1999 han sido efectuados 17 simulacros de lanzamientos y solo en 9 de estos casos fueron reconocidos como exitosos.
El exjefe del de la Tropa de Misiles Antiaéreos del Comando de Operaciones Especiales de la Fuerza Aérea rusa, el coronel Serguéi Játylev, indicó a Vzgliad: "De momento es prematuro hablar sobre un éxito serio, ya que es necesario realizar un gran número de lanzamientos en distintas condiciones. En el caso de algunas interferencias o contramedidas se podría considerar que todo debería ser reducido en un 50%: tanto el alcance como la probabilidad [del impacto]".
Anteriormente, en 2003, al hablar ante la Cámara de los Representantes del Comité de Servicios Armados, el viceministro de Defensa Edward C. 'Pete' Aldridge, entonces al cargo de la compra de armamento, afirmó que para eliminar una ojiva enemiga hacían falta de uno a tres misiles. En ese caso, la eficacia sería de aproximadamente el 90%.
Sin embargo, a juzgar por las pruebas efectuadas en condiciones 'ideales', es decir en ausencia de contramedidas de posibles adversarios, señuelos, etc., la eliminación de una cabeza nuclear requiere de cuatro a cinco misiles. En otras palabras, un ataque con varios misiles puede 'romper' el sistema GMD, que cuenta hoy en día con solo 30 interceptores.
Dicho en otras palabras: no hay reto alguno para Rusia o China. Las tecnologías incorporadas en la GMD permiten destruir solo un pequeño número de misiles obsoletos de Estados como Corea del Norte o Irán; de una sola etapa y no dotados con sofisticados sistemas para superar la defensa antimisiles.
Todos los programas para el desarrollo de un interceptor clúster con ojivas separables para luchar contra los misiles balísticos intercontinentales de reentrada múltiple fueron considerados demasiado caros y complejos, por lo que fueron cancelados en EE.UU. en 2009.