Un artista visual lleva la figura de una estrambótica santa en las manos. Entra a una pulquería, aquellos lugares casi extintos donde se vende la bebida embriagante mexicana del pulque. Tras cruzar saludos invita a la concurrencia a brindar por la "santa antigentrificación".
"Si tienen algún problema de renta, pídanle un deseo a ella", dice otra artista visual al fondo de la pulquería.
Nos encontramos en Santa María la Ribera, una de las colonias de moda en la Ciudad de México. Fundada en el siglo XIX, la colonia tiene una historia memorable que va desde el 'boom' de construcciones en la época porfirista hasta su destrucción a causa del terremoto de 1985, pasando por el deterioro en la década de los cincuenta. Desde entonces, la colonia permaneció casi abandonada, hasta ahora.
Ubicada a diez minutos en bicicleta del centro de la capital, Santa María la Ribera ha cambiado en los últimos años. Con su paisaje de museos 'art nouveau', cafés, foros culturales, nuevos departamentos y hoteles, la colonia es muy atractiva para vivir, por lo que los precios en ella aumentan cada vez más.
RT asistió a una 'procesión' organizada por artistas y vecinos en honor de Santa María la Juaricua, una figura católica rescatada de un edificio en ruinas y transformada en un objeto estético de crítica social.
Jorge Baca, el artista visual que brinda al principio de esta crónica, está preocupado por el proceso de gentrificación de su colonia. Sus padres y abuelos nacieron en Santa María la Ribera, una colonia que describe como un "pueblo urbano" de historia arraigada.
En los últimos años, cuenta, el "cártel inmobiliario" de las grandes empresas que predominan en la ciudad desde que es gobernada por partidos de la izquierda institucional ha tomado los edificios viejos, los transforma y los adecúa.
Finalmente, nuevas personas de alto perfil socioeconómico llegan a vivir a la colonia y los viejos habitantes terminan huyendo: "A esto se le llama 'blanqueamiento'", dice Baca.
El escritor español Félix de Azúa explica en su libro sobre las ciudades, 'La invención de Caín', que la llamada 'gentrificación' no solo es el desplazamiento de la población local por la especulación inmobiliaria. También es un proceso de construcción de edificios con una nostalgia de algo que nunca existió: la creación de un pasado a modo de simulacro.
De ahí vienen las tendencias 'vintage', los 'bazares' y galerías de arte que comienzan a pulular en este barrio y en otros más antiguos de la ciudad.
Por ello, a Santa María la Ribera, como ocurrió en los ochenta con las famosas colonias de la Roma y la Condesa, comienzan a llegar artistas de residencia. Curiosamente, son estos artistas quienes empiezan a cuestionar este proceso.
La artista Sandra Valenzuela cuenta a RT que la idea de crear a Santa María la Juaricua es para "visibilizar una problemática social y crear conciencia".
Encontrada en un edifico 'art nouveau' que a la muerte de su único dueño podía ser desalojado y al final fue rescatado por vecinos mediante la constitución de una cooperativa, esta "santa-obra de arte" tiene una estética inspirada en el artista alemán emigrado a México Mathias Goeritz, quien consideraba que el arte debe regresar a su dimensión espiritual para impactar en la sociedad.
Valenzuela explica que Santa María la Juaricua tiene un perro que asemeja la relación de las vírgenes tradicionales con los dragones, pero también habla de la vida del barrio y la banqueta y su dimensión peatonal. Su atuendo es morado "por los derechos a la morada digna y plural".
La artista resalta que, si bien hay un rol social de los artistas que residen en las colonias gentrificadas, ninguno es inocente, pues los creadores terminan poniendo de moda estos barrios y al final se convierten en víctimas de los altos precios.
"Por eso, la santa busca visibilizar una temática compleja para crear empatía y que pueda haber una regulación para generar un derecho a la vivienda digna y asequible y que no solo sea hacer ciudad para la gente que más recursos tiene", concluye la artista.
Al-Dabi Olvera