La primera enmienda a la Constitución de Estados Unidos protege a quienes quieran 'trolear' al presidente del país, creen dos usuarios de Twitter bloqueados recientemente en la cuenta @realDonaldTrump. Con ayuda de un instituto de la Universidad de Columbia la activista demócrata Holly O'Reilly y el deportista Joe Rapp preparan un pleito y han contratado ya a un grupo de abogados.
Los letrados han calificado de "inconstitucional" el cierre de acceso a la cuenta personal del inquilino de la Casa Blanca y explican los motivos por medio de una carta abierta dirigida al propio mandatario. Sostienen que esta medida restrictiva "viola la Primera Enmienda" (que salvaguarda la libertad de expresión), puesto que la cuenta de Trump ya se ha transformado en un "foro público" y no se puede expulsar del mismo a la gente "simplemente porque está en desacuerdo".
Los autores de la misiva admiten que O’Reilly fue expulsada a finales de mayo por haber publicado una imagen GIF del papa Francisco mirando de reojo al presidente de EE.UU acompañada del comentario: "Precisamente así es como el mundo entero te ve".
A su vez, Rapp, quien afirmaba ser miembro registrado del Partido Republicano, reprochó al político por no haber acudido a una cita programada con sus partidarios y añadió la etiqueta "líder falso". Esto fue lo que irritó a los moderadores (o al propio dirigente) y lo apartaron de la cuenta criticada a principios de junio.
Ahora a ambos no solo se los prohíbe volver a comentar las publicaciones de la cuenta personal del presidente, sino que también conocer lo que publica. El segundo excluido ha agravado sus críticas al tachar a Donald Trump de "mentalmente débil e intolerante con el disentimiento".
No obstante, para el Instituto de la Primera Enmienda "la cuestión primordial es si un funcionario del Gobierno ha abierto un espacio, sea público o privado, para expresarse sobre distintas cuestiones", sostiene su director, Jameel Jaffer. En su opinión, no queda duda alguna de que Trump lo haya abierto exactamente para este fin.