La Unión Europea decidió el pasado 7 de junio intervenir el Banco Popular debido a que la entidad española se encontraba en una situación de liquidez inviable y en rumbo hacia la insolvencia. La medida desembocó en la compra del Popular por parte del Banco Santander al simbólico precio de un euro, proceso aplaudido por los involucrados como un modelo europeo de respuesta a una crisis bancaria.
Sin embargo, la caída del Popular es un fracaso bancario que puede presentarse como triunfo, según subraya 'The Economist'. El semanario señala que la adquisición de la entidad es una alerta sobre los actuales problemas bancarios residuales en Europa, y hace eco de casos como los del banco italiano Monte dei Paschi.
La publicación explica que ese banco —el más antiguo del mundo— recientemente 'reprobó' una prueba de estrés realizada por supervisores europeos para determinar la fortaleza de su capital, y tras haber saltado de crisis en crisis ahora está a punto de ser rescatado por el Gobierno de Italia.
Para Ana Botín, la presidenta del Banco Santander, el caso español es diferente, pues considera que la adquisición del Popular dará "certidumbre y estabilidad" al sector financiero tanto de España como de Europa, según señaló tras finalizar el proceso de absorción.
No obstante, el periódico británico advierte que los términos de la actual adquisición están cerca de cambiar en los tribunales, ya que los casi 300.000 accionistas del Popular, que han perdido todas sus inversiones, denuncian que no tenían idea de la inminente quiebra del banco, pues las pruebas de estrés manifestaban suficiencia y no evidenciaban problemas de liquidez.