Dave Majumbar analista en temas militares, sostiene en artículo publicado en 'The National Interest', que a pesar de la multimillonaria inversión realizada por el Gobierno estadounidense para desarrollar la quinta generación de cazas furtivos F-22 Raptor y F-35, una combinación de "un misil equipado con su propio sistema de guía y una cabeza de carga de mayor tamaño", aunados a una "relativamente sencilla optimización de los procesos de señal", podría potencialmente asestar duros golpes a estas clases de aeronaves.
Como base de su análisis, el experto señala que en la industria militar y en el Pentágono es bien conocido el hecho de que los radares de baja frecuencia que operan en las bandas de espectros electromagnéticos VHF y UHF pueden detectar y realizar seguimientos de aeronaves furtivas. "Generalmente, se ha considerado que este tipo de radares no pueden guiar un misil hasta su objetivo. Pero eso no es exactamente correcto, existen maneras de solventar este problema", añade Majumbar.
Según el experto, las desventajas de los radares de baja frecuencia pueden ser optimizadas para alcanzar la efectividad de alcance y de reconocimiento necesarias para dar con el objeto a atacar. Las limitaciones de alcance y direccionamiento de la señal podrían ser resueltas a través del "procesamiento de señales" y el uso de "radares orientables".
Majumbar señala que estas soluciones, combinadas con un misil equipado con su propio sistema de guía –que, según su opinión, podría ser un sensor de infrarrojos con un capacidad de exploración de un kilómetro– y una cabeza de carga de mayor tamaño –como la del misil S-75 Dvina, que cuenta con una ojiva de cerca de 200 kilogramos y un radio letal de 30,5 metros– podrían ser un enemigo letal contra un F-22 o un F-35.