Esta semana se registró un terremoto de magnitud 4,5 en la escala de Richter en las cercanías del parque nacional de Yellowstone (Estados Unidos), un sismo que tuvo nueve réplicas en la zona, según informó la NBC.
La Universidad de Utah señaló que estos movimientos formaron parte de "una secuencia energética" con alrededor de 30 terremotos que tuvo lugar en toda la región y comenzaron el lunes.
Si bien en este lugar resulta frecuente que se den fenómenos naturales de esa magnitud —en 2014 se produjo un temblor similar—, un peligro latente mantiene en alerta a la población de la zona: el supervolcán de Yellowstone.
Una bomba de tiempo natural
Bajo la superficie de ese paraje protegido estadounidense hay una caldera natural que mide 55 por 72 kilómetros. Formada hace 640.000 años, se encuentra en permanente movimiento y los terremotos podrían activarla en cualquier momento.
En 2016 ya advirtieron que, en algún momento dentro de los próximos 80 años, ese supervolcán podría entrar en erupción, un suceso que podría acabar con la vida de millones de personas y no solo afectaría a EE.UU., sino a más países.
El problema es que existen pocos mecanismos de prevención para una catástrofe de estas características, mientras que los gobiernos si suelen tener planes de contingencia para otros fenómenos más habituales, como inundaciones, terremotos o huracanes.