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¿Es el fin de la guerra en Colombia? El después del desarme de las FARC

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Este martes, en una ceremonia a la que asistió el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el jefe de las FARC, Rodrigo Londoño, la guerrilla más antigua del continente entregó el último fusil, pero ¿son acaso los estertores de la guerra?
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La guerrilla más antigua del continente dejó de existir este lunes: Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entregaron su arsenal.

La entrega, como explicó la activista y especialista en procesos de desmovilización, Andrea Salazar, es la primera que ha sido supervisada por la Organización de Naciones Unidas (ONU): "Este es un evento sin precedentes; ese rigor le da una legitimidad totalmente novedosa al proceso", dijo a RT.

El grupo insurgente entregó el arsenal la semana pasada y la ONU efectuó el proceso de verificación en tres días. La tarde del lunes, la misión multilateral confirmó que de las 7.000 armas que se esperaba que entregara la guerrilla, recolectaron 7.137; y se destruyeron 77 "caletas" o escondites, de los más de 900 reportados

Para el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, quien encabezó un evento protocolar para celebrar la entrega del último fusil, "la paz es real y es irreversible". Pero, en el contexto actual del país suramericano, ¿qué tan cierta es esa afirmación? ¿La disolución de las FARC como movimiento armado pone fin a la violencia en Colombia?

Nuevos actores armados

Desde que iniciara el proceso de desmovilización de las FARC en Colombia ha bajado la conflictividad. Las cifras demuestran que el número de muertes "en combate" entre insurgentes y el ejército es mínimo. Sin embargo, lo que preocupa es el surgimiento de nuevos actores armados que tratan de usurpar el "vacío" que deja la guerrilla en sus antiguas zonas de influencia.

Un hecho que da cuenta de esa realidad es el asesinato, en los últimos meses, de unos 156 líderes sociales, comunales y activistas de derechos humanos, según cifras de la Defensoría: "una de las principales causas de este fenómeno es la pretensión de los grupos armados ilegales por copar los espacios del territorio de los que se han retirado las FARC", dijo en marzo pasado el Defensor, Carlos Alfonso Negret.

Por eso, los temores que surgen entre los guerrillleros desmovilizados no son gratuitos. Si bien muchos de ellos, como refiere Salazar, no están interesados en participar directamente en la política, una buena parte pretende convertirse en una opción en la arena electoral en Colombia. Pero el precedente del asesinato a 3.000 cuadros de izquierda de la Unión Patriótica (UP), entre ellos dos candidatos presidenciales y 13 parlamentarios, sigue haciendo sombra.

Las FARC, además, no son el único actor armado. La existencia de grupos paramilitares, también llamados "bacrim" (bandas criminales), así como la presencia en algunos territorios del Ejército de Liberación Nacional (ELN), cuyas conversaciones con el gobierno están en fase incipiente y frágil, impiden abrir hablar, por ahora, del fin de la guerra.

¿Partido FARC?

La desarticulación de las FARC como guerrilla, después de 60 años de conflicto, no es sólo una cuestión simbólica. De acuerdo a lo pactado, ese movimiento político tendrá asegurada una representación, al menos, de cinco escaños en el Senado y cinco en la Cámara para los comicios de 2018.

El día en que, oficialmente, podrán empezar a conformarse como movimiento político será el próximo 31 de julio, fecha en la que se extraerán las armas recolectadas en el proceso comandado por Naciones Unidas. El destino final del arsenal serán tres monumentos: uno en Colombia, otro en Cuba (lugar de las negociaciones) y un tercero en EE.UU., en la sede de la ONU, ubicada en Nueva York.

No todos los factores políticos reciben con júbilo la noticia. La oposición a Santos, encabezada por el Centro Democrático que lidera el expresidente Álvaro Uribe, ha sido reacia a la idea de darle campo a las FARC en la política. Es más, su dirigencia ha prometido dar al traste con lo pactado en La Habana.

Uno de los puntos más espinosos es el esgrimido por Uribe, quien asegura que el grupo no entregó todo su arsenal. En las redes sociales, el ahora senador escribió: "bien que entregen las armas, pero en qué quedan las 14.000 de las que habló el presidente?".

Para Salazar, un punto en contra para el proceso es la polarización de la sociedad colombiana. A un año de los próximos comicios presidenciales, la diatriba política que se ha abierto alrededor del posible sucesor de Santos le resta potencia a la importancia de los acuerdos. En las redes, el malestar es evidente.

Sin embargo, una cosa es cierta: las FARC han decidido entregar el fusil y empuñar la palabra. En palabras del propio Rodrigo Londoño, este lunes le han dicho: adiós a las armas. Y ese es apenas el principio.

Nazareth Balbás

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