La comunidad científica no se quita de la cabeza la revolucionaria idea de que futuros implantes de microchips en el cerebro nos permitan mejorar nuestras capacidades mentales. Bryan Johnson, empresario y fundador de la compañía neurotecnología Kernel, ha explicado en una entrevista con el portal Wired por qué en un futuro próximo todos llevaremos estas placas en nuestras cabezas.
Según el empresario, la razón para implantar este tipo de chips radica en el hecho de que "el siguiente límite de la aspiración humana está dentro de nuestros cerebros". "Ahora entendemos el mundo a través de nuestros mecanismos sensoriales", pero la humanidad "encontrará miles de millones de Everest" si nosotros "desbloqueamos nuestros cerebros", explica Johnson.
"Me siento increíblemente restringido en mi capacidad de procesar información, de recordarla y de consumirla", sostiene el empresario, que recuerda cómo incluso la imaginación funciona de tal forma que uno "solo puede imaginar algo con lo que está familiarizado".
¿Un chip de 'superinteligencia' en 10 años?
El objetivo de la compañía de Johnson pasa por desarrollar tecnologías de implante de microchips en los cráneos de personas con enfermedades o disfunciones neurológicas para reprogramar sus redes neuronales y restaurar de esa forma algunas capacidades perdidas. Sin embargo, las actividades de la empresa no se limitarán a esta práctica, pues en tan solo 9-10 años incluso las personas sanas podrán utilizar esta tecnología, según estima el fundador de la compañía.
El científico admite no estar convencido de que sea posible "abrir" el cerebro y hacernos superinteligentes, ya que —asegura— el cerebro es "increíblemente complicado". No obstante, Johnson predice que en 5 ó 10 años podría tener lugar un "avance fundamental" sobre esta cuestión.
Interpelado acerca de si las tecnologías de inteligencia artificial (IA) pueden llegar a experimentar este salto evolutivo sin necesidad de mejorar el cerebro humano, Johnson se muestra categórico: es imposible. Según él, como el ser humano "reina en el planeta" y es "la forma más poderosa de inteligencia", "no tiene más alternativa que 'abrir' el cerebro" y contribuir a la evolución cognitiva, siempre que la humanidad quiera ser feliz en los próximos "30, 40 o 50 años". "Ahora estamos en la época de la evolución autodirigida genética, biológica, neurológica y físicamente", resume el fundador de Kernel.
Para los que puedan estar en contra...
A todas aquellas personas que se muestran en contra de los cambios y temen todo lo nuevo, Johnson las anima a resignarse. "¿Por qué pensamos que lo que tenemos ahora es tan sagrado? ¿Por qué pensamos que somos un estándar sagrado y que para cambiar la configuración necesitamos alguna justificación masiva? ¿Acaso la humanidad no se halla inmersa en un esfuerzo constante por cambiarse a sí mismo?", se pregunta el empresario.
¿Nueva razón para la desigualdad social?
Interpelado sobre si la gente que tendrá chips en el cerebro será superior a los que no los tendrán, Johnson compara la situación con la educación privada, subrayando que esa desigualdad ya tiene lugar, si bien la aspiración para mejorar siempre ha existido. En este sentido, el empresario confía en que esta tecnología "sea asequible para miles de millones de personas".
En términos generales, el hombre de negocios asegura que esta práctica es "incuestionablemente inevitable", de tal forma que —según él— en 100 años los libros escritos hasta la fecha serán demasiado "elementales" para el cerebro humano y se usarán solo para entender cómo vivía la gente antes y estudiar la vía evolutiva de la humanidad.