Una popular calle habanera recibe a quien visitan el paladar San Cristóbal, uno de los restaurantes privados más conocidos en La Habana. Su dueño ha recibido aquí a más de ocho presidentes y jefes de Estado; la visita más sonada fue la del presidente Barack Obama en marzo de 2016. Muchos interpretaron ese acontecimiento como un respaldo del exmandatario a los emprendedores cubanos.
Pero hoy, este reconocido chef no es optimista con respecto al futuro. El pasado 16 de junio, el presidente de EE.UU., Donald Trump, anunció el cambio de la política estadounidense respecto a Cuba. La nueva línea política prevé mantener el embargo contra La Habana y prohibir los viajes particulares a la isla.
Las casas particulares
La inmensa mayoría de los emprendedores cubanos comparten la opinión de Cristóbal. Sus negocios dependen en gran medida del desarrollo turístico de la Isla, el cual a su vez, descansa en las empresas estatales que Trump pretende perjudicar. No solo se trata de restaurantes y souvenires, también uno de los sector más afectados podría ser la renta de casas particulares, una de las modalidades más extendidas en el país.
En los primeros cinco meses de este año, casi 300 mil estadounidenses llegaron a Cuba estimulados por las facilidades aprobadas por Obama. Esta cifra representa casi la totalidad de visitantes de ese país en 2016 y representó un impulso a las familias que construyeron pequeños hostales o decidieron rentar una de las habitaciones de sus casas. La ecuación para ellos ahora es muy sencilla: menos visitas, menos ganancias y más posibilidades de fracasar.
Un dulce recuerdo del pasado
Si el presidente Trump prohíbe los viajes personales y obliga a los estadounidenses a venir en grupo como hace algunos años, la medida podría poner en grandes dificultades a este tipo de negocios.
Según la famosa plataforma de renta Airbnb, los cubanos ganaron 40 millones de dólares en dos años gracias a la renta de sus casas. Tras el discurso del mandatario estadounidense, la cifra podría quedar como un dulce recuerdo del pasado. Las consecuencias ya son evidentes.
La incertidumbre que generó el anuncio de las nuevas políticas hacia La Habana comienza a afectar a una economía acostumbrada a los golpes y al sector privado cubano, que vio a finales de 2014 oportunidades que hoy sienten se les van de las manos.