Tienen entre 30 y 40 años, buenos puestos de trabajo, varios hijos a los que adoran, y también, muy a su pesar, están casados con hombres de los que no pueden divorciarse porque la ley no lo permite en Filipinas.
A Estella Sibonga su marido la abandonó con 3 hijos, ella querría casarse con su actual pareja, pero no puede anular su doloroso matrimonio. "Mi ex no trabaja, no se preocupa por mí ni por mis niños, soy la única que trabaja y se preocupa de la familia, él no se encarga de nada, lo único que hace es decirme que no me ama", comenta a RT, Estella Sibonga.
Otra mujer incapaz de escapar a esta realidad es Desiree Ann Barrios, que se casó con un musulmán de la región sureña de Mindanao. Hace 14 años él desapareció sin dejar rastro, dejándola con sus dos hijos. Después supo que se había casado con una musulmana, lo que está permitido por la sharía, la ley islámica. Ella, sin embargo, no puede contraer un nuevo matrimonio. Las tres sufren, no solo por su situación sentimental, sino también por el estigma y la presión social.
Aunque Barrios asegura quealgunos amigos y otras personas saben que está separada y que trata de divorciarse, todos le recomiendan que no se divorcie, ya que los niños y la familia, "necesitan una figura paterna".
Mucho tiempo y dinero
Leizel Sangajoel explica que el proceso legal para separarse es tan largo y costoso que desistió. "La gente me decía, mi familia, mis amigos, todos me pedían que perdonara a mi marido y lo dejara volver a casa a pesar de lo que había hecho. Él siempre me engañó, lo pillé con su séptima amante haciendo el amor, ella encima suyo, ¡en nuestra propia cama! Es un mujeriego y a mí me ha destrozado. Intenté suicidarme tres veces", explica la mujer.
Ante la presión social, Sangajoel terminó cediendo y aceptando el regreso de su marido. Ahora viven bajo el mismo techo, aunque no duermen juntos.
Actualmente, el proceso de separación, que no elimina el matrimonio, cuesta más de 5.000 dólares y dura varios años. Un 10% de los solicitantes desisten, atrapados por las deudas y las urgencias, y terminan por vivir en una situación que los mantiene fuera de la ley. La única opción es la anulación del matrimonio, que es igualmente costosa y que precisa de informes psiquiátricos que certifiquen incapacidad emocional para el matrimonio.
Lucha frontal por reformas legislativas
Con una situación que afecta a miles de mujeres en Filipinas, una red de 5.000 abogados está ejerciendo presión para reformar la legislación que hoy imposibilita el divorcio en este país.
Melody Alan, Secretaria General Abogados para Divorcios, explica que, aunque hay gente de clase alta que solicita el proceso de separación y presiona por conseguir el divorcio, y que podrían afrontar los gastos, "sorprendentemente" a veces tratan de proteger sus apellidos ante el que dirán.
Mientras la clase media puede asumir los costes y hace frente a la lentitud del proceso legal, las clases bajas no pueden pagar ni la separación legal ni la anulación del matrimonio. "Por eso estamos promoviendo una propuesta parlamentaria para reducir los costes del proceso para aquellos que no pueden permitírselo", explica Alan.
Solo dos países en el mundo prohíben el divorcio: uno es el Vaticano, donde no son muchos los matrimonios que lo demanden y el otro es Filipinas, un país profundamente religioso donde la iglesia ejerce una enorme influencia no solo en aspectos sociales, sino también ante el marco político y legislativo