1. Nunca tirar nada
¿Has pasado alguna vez por un bloque de apartamentos en Rusia y te has dado cuenta de que en los balcones se han acumulado gran cantidad de cosas? Viejos esquís de madera, radios rotas, trozos de automóviles... de todo. Se trata de un síntoma soviético. Dentro de las casas, en las estanterías y armarios seguro que también hay muchas cosas inútiles. Y es que algunos rusos, sencillamente, no son capaces de tirar nada.
Durante la época soviética tirar cosas se consideraba como un derroche y el hábito de guardarlo todo se ha mantenido. Simplemente, no sabes cuándo se van a poder utilizar esas viejas horquillas roñosas de tu tía o esa lata de cebolletas en vinagre que ya ha caducado. De hecho era muy raro que se tirase comida a la basura. Incluso cuando el alimento se ponía verdoso, siempre había alguna manera de poder salvarlo, como los grenki o el pastel kartoshka, a base de galletas viejas.
2. Guardar las mejores cosas para el futuro
Hay muchos rusos que en el fondo del armario esconden un bonito juego de cristal o de porcelana. Normalmente, suele ser un regalo de boda, de cumpleaños o de aniversario, de modo que fueron, y siguen siendo, objetos muy queridos, aunque casi nunca se usen.
Es muy probable que los utensilios del día a día sean algo viejos y es casi seguro que lo bueno estará escondido en algún lugar seguro. Hay una razón sencilla para ello: en la época soviética el pueblo soñaba con un brillante futuro comunista y guardaba sus tesoros para tiempos más prósperos.
Este modo de pensar también se aplica a la ropa, con trajes y vestidos que llevan tanto tiempo sin ser utilizados que ya están pasados de moda. Incluso, hoy en día, hay rusos que prefieren no sacar el mando a distancia de su envoltorio de polietileno para no rayarlo.
3. Pensar demasiado en 'el qué dirán'
"¿Qué haces? ¿Qué dirá la gente? ¿No ves cómo te están mirando?". Los padres soviéticos eran bastante severos a la hora de hablar a sus hijos sobre los vecinos, los extraños o los compañeros de clase. Quizá suene algo anticuado, pero era un miedo genuino de la época. Todavía hoy hay rusos que tratan a los extranjeros con suspicacia. ¿Por qué alguien elegiría visitar Rusia, un país brutal y donde hace mucho frío, si no es porque lo ha enviado un servicio secreto? Es de una lógica aplastante.
4. Aversión por los cumplidos
Se dice que los rusos se sienten incómodos si alguien les presta más atención de la necesaria. Por ejemplo, si en una tienda un vendedor se muestra demasiado amable, es probable que se vayan sin comprar nada. Al parecer, la modestia es la mejor forma de relacionarse en Rusia. Hacer alarde de uno mismo estaba mal considerado en la URSS.
5. Nunca sonreír en la calle
Cualquiera que haya visitado el país se habrá dado cuenta de que los rusos apenas sonríen.
Mantener una cara seria era habitual en la URSS. Había mucha desconfianza, agitación, movimientos poblacionales y demás problemas... así que no había muchas razones para sonreír. Bueno, tampoco es del todo cierto. De hecho, durante aquella época surgieron muchos chistes.
"Hay tres hombres sentados en una celda del KGB. Uno le pregunta a otro: "¿Y tú por qué estás aquí?". "Yo, por criticar a Karl Radek", responde. "Pues yo estoy aquí por hablar bien de Karl Radek", dice el primero. Y entonces el tercero dice: "Yo soy Karl Radek".
En cualquier caso, hay un viejo proverbio ruso que sigue siendo cierto: "La risa sin razón alguna es una muestra de idiotismo".
Nota: El hecho de que no sonrían no significa que no sean cercanos o amables.
6. Fiestas largas
Las grandes fiestas con amigos y familiares son adoradas por los rusos. Les encanta pasar horas en la mesa comiendo platos como la ensalada 'Olivié', los 'pelmeni' o las sopa 'shchi', como se hacía en la URSS. Es muy probable que también corra generoso el alcohol y se hagan muchos brindis. No en vano, hay un proverbio ruso que dice: "Si la cena llega al postre, entonces la fiesta ha sido un fracaso".
Elaborado por Anna Sorókina para Russia Beyond The Headlines.