¿Diálogo inminente? La rendija que puede evitar la "guerra total" en Venezuela

El dudoso resultado del plebiscito opositor, la amenaza del gobierno norteamericano y la cercanía de los próximos comicios a la Asamblea Nacional Constituyente convierten a Venezuela en un hervidero que podría drenarse por el camino más duro, pero deseable: el diálogo. ¿Qué escenarios se asoman?

"Las cosas en Venezuela pasan cuando nadie las anuncia", dice un excéptico a las "horas definitivas" que anuncian a diario los bandos políticos en el país.

Han pasado más de cien días desde que la oposición venezolana decidiera trastocar la relativa normalidad, especialmente en los ocho municipios que gobierna, para exigir la "salida" del presidente Nicolás Maduro. Trancones viales, marchas, vigilias y paros han estado en la agenda desde entonces, pero el mandatario sigue en Miraflores. El resultado más visible y doloroso de esas jornadas es la muerte de un centenar de venezolanos en diversas circunstancias y el agotamiento -de todos- es evidente.

Las manifestaciones contra el gobierno del presidente Maduro son cada vez menos frecuentes y concurridas. En las zonas afectadas por la anormalidad, la gente se ha acostumbrado a caminar largos trechos por los trancones, ha modificado sus hábitos diarios para sortear las "guarimbas" que le impiden llegar al trabajo, ha aprendido a condicionar sus planes personales a las apetencias de la dirigencia opositora: "hagamos mercado el martes que no convocaron a nada", "salgamos antes de que bloqueen la autopista", "no te pongas una camisa roja si pasas por Altamira". Pero, ¿hasta cuándo es sostenible esa situación?

Todo puede pasar

Hablar del diálogo en Venezuela le arruga el ceño a chavistas y opositores. Ambos por desconfianza. Sin embargo, las señales de un posible acercamiento no se han extinguido, lo que, a su vez, motiva a los sectores más radicales a bombardear cualquier posibilidad de que ocurra en instancias superiores.

El beneficio de casa por cárcel al opositor Leopoldo López fue una señal inequívoca del chavismo para bajar las tensiones. Pero la respuesta a ese gesto, por parte de la oposición, fue la realización de un cuestionado "plebiscito" que pedía el desconocimiento a Maduro, el llamado a una insurrección militar y la conformación de un gobierno paralelo. La "votación" fue tan opaca como cuestionable y los resultados de la consulta -que ni siquiera es vinculante- no se pueden auditar: todas las evidencias fueron incineradas públicamente.

Así las cosas, la derecha plantea nombrar a su gobierno de facto en los próximos días, ha convocado a una "hora cero" y anunciado que nombrará -de manera irrita- a nuevos magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ). Mientras tanto, el gobierno no planea dar vuelta atrás a la convocatoria Constituyente, prevista para el próximo 30 de julio: "Estamos en un momento muy combustible, todo puede pasar", advierte a RT el internacionalista y analista político Luis Quintana.

La rendija

A la tensión política se agrega un elemento que no es menor: la amenaza del gobierno de los EE.UU. de aplicar "fuertes y rápidas" sanciones a Caracas si no detiene la Constituyente, cuestión que ha sido rechazada tajantemente por Maduro, quien desde hoy ha convocado al Consejo de Defensa de la Nación para hacer frente a la "amenaza imperial".

Pero EE.UU. no es el único que presiona. Al coro de voces se une la derecha regional en la vocería de gobiernos como el de Canadá, Colombia, Costa Rica y Perú, naciones que -en bloque- han pretendido coaccionar a Maduro para que detenga la iniciativa mediante la cual se podrá modificar la Constitución. La oposición, pese a que fue convocada, decidió no participar.

Sin embargo, lo resaltante de ese llamado a detener la Constituyente es que esos mismos gobiernos instan a Maduro a "entrar en negociaciones con la oposición", una posibilidad que nunca estuvo cerrada. De hecho, la ANC fue la última medida tomada por el mandatario cuando la cara visible de la derecha decidió no asistir más a las rondas de diálogo iniciadas por la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) el año pasado.

Al respecto, reflexiona Quintana: "la rendija del diálogo siempre ha existido y existirá, pero no hay que perder de vista que en Venezuela hay varias oposiciones: cada una es un archipiélago con intereses contrapuestos; las une su antichavismo, pero no a todas les interesan las salidas rápidas y violentas".

Las "oposiciones"

Los grupos de derecha que se niegan a conversar son pocos pero hacen ruido. No obstante, luego del "plebiscito", se han mostrado proclives a una eventual "negociación", aunque para ello exigen la cancelación de la Constituyente.

Es el caso de voceros como José Virtuoso, quien aseguró a El Nacional que la suspensión del comicio "permitiría abrir un espacio para el diálogo y la negociación". Algo similar ha planteado el dirigente Eduardo Semtei: "Siéntense a negociar, no hay otra salida para ustedes".

Semtei, sin tapujos, admitió que los acercamientos existen y que la medida de López es una evidencia. Al respecto, Quintana razona: "La rendija siempre ha existido y existirá. Hay un sector de la oposición que apuesta a retomar posiciones regionales y locales (en las elecciones de diciembre) y ese grupo, aunque mediáticamente invisible, es el que dialoga y negocia con el gobierno".

"Al gobierno -sostiene Quintana- le conviene mantener esos canales abiertos para la gobernabilidad, así nos estemos matando. Así ocurre en Siria, Ucrania, Colombia. Siempre hay una rendija, sólo que no siempre está lo suficientemente abierta como para salvarnos de la guerra total".

Nazareth Balbás