Rusia lanza al mercado un sistema de 'fuego infernal' adaptado para el combate en desierto
El Ejército ruso recibirá a partir de 2018 el nuevo sistema misiles termobáricos con líquido inflamable Tósochka, anunció Nikolai Makárovets, diseñador jefe de la empresa rusa Splav, especializada en el desarrollo de este tipo de armamentos, informa la agencia RIA Novosti.
"Es un [sistema] que representa una evolución del proyecto Solntsepiok, pero a diferencia de este, no utilizará vehículos de oruga. La experiencia con sistemas lanzallamas en zonas desérticas ha demostrado que un chasis sobre ruedas es preferible", manifestó el ingeniero en la exposición aeroespacial MAKS-2017 que acaba de clausurarse en las afueras de Moscú.
Según Makárovets, el sistema Tósochka será suministrado a diversos países de Oriente Medio. Los sistemas rusos similares al Solntsepiok son muy populares en esta región desde que el Ejército de Irak los empleara en su lucha contra los terroristas del Estado Islámico en su territorio.
Los antecesores del Tósochka, los sistemas pesados de lanzamisiles incendiarios TOS-1 Buratino y Solntsepiok están diseñados para destruir posiciones enemigas fortificadas y su capacidad destructiva es superada solamente por las armas nucleares tácticas.
Los sistemas de este tipo disponen de una batería de 24 misiles no guiados de calibre 220 mm, que se montan sobre la plataforma del tanque T-72.
Los misiles termobáricos con líquido inflamable que usan no vuelan grandes distancias y su alcance no supera los 6 kilómetros, ya que la mayor parte de los tres metros que miden estos proyectiles no la ocupa el motor, como en el caso de los lanzamisiles múltiples Smerch o Tornado, sino la propia carga explosiva.
¿Cómo funcionan los sistemas de este tipo?
El estreno mundial de la instalación pesada autopropulsada lanzallamas TOS-1 Buratino, que usa el mismo tipo de munición, tuvo lugar en el año 2000, durante al asalto a la localidad de Komsomólskaya, uno de los baluartes de los islamistas radicales en la región rusa del Cáucaso del Norte. Las imágenes de aquella actuación fueron publicadas en todo el mundo y los terroristas hechos prisioneros entonces hablaron de un 'fuego infernal'.
Los misiles de este tipo de sistemas explotan sobre su objetivo formando una nube de aerosol incendiario que se activa de inmediato, anulando cualquier opción de salvación para los enemigos que se encuentran en esa zona.
Las fortificaciones, las trincheras y los desniveles del terreno no suponen obstáculo alguno para que la nube explosiva penetre en todas partes. La temperatura en la zona de acción alcanza los 2.000 grados: toda forma de vida se reduce a cenizas, mientras que los equipos y edificaciones afectados quedan inutilizados sin posibilidad de ser restaurados.