La formación de rocas volcánicas, junto con la liberación de cantidades extremas de calor asociado con este proceso, pudieron haber sido las responsables de la llamada 'Gran Mortandad', la extinción de especies más grande y destructiva que haya conocido nuestro planeta, ocurrida hace 252 millones de años.
Durante mucho tiempo, los científicos han intentado explicar las causas exactas de esta catástrofe natural, conocida como la extinción masiva del Pérmico-Triásico, durante la cual se estima que desaparecieron el 95% de las especies marinas y el 70% de las terrestres.
Hasta hace poco, el momento inicial y la duración de esta extinción eran datos muy imprecisos, por lo cual los investigadores no podían formarse una imagen completa de este fenómeno para comprender las causas que la provocaron.
Ahora, una investigación publicada por un equipo de geólogos norteamericanos en la revista Nature Communications, revela nuevas pistas sobre su posible origen, informa el periódico digital International Business Times.
"Hubo cinco grandes extinciones masivas desde el momento en que la vida se originó sobre la Tierra, hace más de 600 millones de años", afirma Seth Burgess, del Servicio Geológico de los Estados Unidos.
"La mayor parte de estos acontecimientos han sido atribuidos, en diferentes momentos, a erupciones volcánicas y al impacto de asteroides. Al reexaminar la concomitancia y la relación entre el proceso de formación del magma, el cambio climático y la extinción, hemos creado un modelo que explica qué fue lo que dio origen a la extinción masiva del Pérmico-Triásico", detalla Burguess.
Para ellos, los científicos estudiaron el rol de las rocas ígneas intrusivas, conocidas como láminas o mantos. Se denomina así a las rocas, tales como el granito, que se forman cuando el magma se enfría lentamente debajo de la superficie terrestre.
La investigación fue realizada en una zona de 'traps' (colinas escalonadas) en Siberia, un área de unos 1.300.000 kilómetros cuadrados que fue testigo de una intensa actividad volcánica a lo largo de casi un millón de años.
Al abrirse paso a través de capas de caliza y carbón, el magma se enfrió sin llegar a la superficie, explican los científicos. La mezcla de roca fundida candente con carbones que contenían hidrocarburos habría liberado una enorme cantidad de calor y de gases de efecto invernadero, dando comienzo a un cambio climático a escala global.
De esta manera, los científicos concluyen que la extinción masiva de especies no fue causada directamente por las erupciones en sí, que sucedieron con cierta anticipación, sino que fue producto de una cadena de sucesos: tras las erupciones, una gran cantidad de gases expuestos a elevados valores de temperatura y presión escaparon hacia la superficie provocando un intenso efecto invernadero, lo cual a su vez provocó un cambio climático a escala global que resultó letal para muchas formas de vida.