Pekín y Nueva Deli mantienen un alto nivel de tensión en torno a la meseta de Doklam, un territorio disputado en el Himalaya. ¿A qué se debe este enfrentamiento entre los dos gigantes nucleares asiáticos y por qué se trata de un "conflicto innecesario" y de una "idiotez geopolítica"?
¿Cuál es el origen del problema?
La meseta de Doklam es una pequeña área tibetana por cuya soberanía China mantiene una disputa con el Reino de Bután, que está apoyado por la India.
- Las tensiones entre Pekín y Nueva Deli aumentaron en junio, cuando China comenzó a construir una carretera en la zona.
- Bután pidió ayuda a la India, que envió a sus tropas a la frontera y advirtió de que la carretera supone una "seria preocupación de seguridad", pues le daría a China acceso al corredor de Siliguri, un estrecho tramo de tierra que conecta los estados del noreste de la India con el resto del país.
- Desde entonces, Pekín ha instado a Nueva Deli en varias ocasiones a retirar las tropas, y esta semana ha amenazado con una guerra si no lo hace. Además, el presidente Xi Jinping envió el martes un mensaje inequívoco a Nueva Deli, aseverando que China "nunca permitirá a ningún pueblo, organización o partido político dividir una parte del territorio chino en ningún momento ni de forma alguna".
Cuestión de prestigio
El analista internacional Dmitri Kósyrev subraya en un artículo para RIA Novosti que al no tratarse de una disputa fronteriza entre China y la India, sino entre China y Bután, lo que Nueva Deli busca no es defender "su tierra sagrada", sino su prestigio en Asia del Sur, donde quiere erigirse como líder regional.
Para China, la situación es similar, ya que ahora tiene que encontrar la manera de salir de este conflicto innecesario "sin perder prestigio como superpotencia mundial".
¿Quién ganaría en una hipotética guerra?
Lo único en lo que "todos los analistas están de acuerdo", según Kósyrev, es que ninguno de los dos países necesita una guerra con el otro, ya que "en cierto sentido ambos saldrían perdiendo".
En concreto, una confrontación militar podría cerrar el acceso de China a la ruta comercial del océano Índico y el estrecho de Malaca, a través de la cual Pekín obtiene el 80% del petróleo importado. A su vez, la India seguramente saldría derrotada en una guerra terrestre, estima el experto.
Además, agrega, un eventual conflicto podría tener efectos negativos sobre los planes de Pekín en el marco del proyecto de la Nueva Ruta de la Seda, que tienen el apoyo de "toda Asia del Sur, excepto de la India".
"El sueño dorado de EE.UU."
Si ni Pekín ni Nueva Deli necesitan esta guerra, ¿quién la necesita entonces?, se pregunta Kósyrev. En tales casos, "siempre se suele apuntar a EE.UU.", destaca el autor del artículo, que también señala que un conflicto entre China y la India es "el sueño dorado de la política exterior estadounidense".
En este sentido, cita a un experto chino que recuerda que la India, EE.UU. y Japón acaban de concluir unos ejercicios navales conjuntos en el golfo de Bengala, al mismo tiempo que Washington aprobó la venta a la India de aviones de combate por valor de 2.000 millones de dólares y de aviones transporte por 365 millones.
Sin embargo, algunos analistas indios todavía se quejan de la falta de reacción de Washington respecto al incidente en el Himalaya, y en general, de que EE.UU. aparentemente se ha distanciado de la política común con la India, que se sustenta en la preocupación por la creciente influencia de China.
¿Cómo acabará la disputa actual?
"Por supuesto", de manera pacífica, asegura Kósyrev, quien recuerda un reciente artículo del político indio Shashi Tharoor, en el que enumera los intereses comunes de estas dos potencias asiáticas y "todo lo que pueden hacer" si cooperan.
El conflicto ha demostrado que "no hay ninguna base racional para el odio entre los dos vecinos", concluye el analista, que tilda la tensión actual de "idiotez geopolítica del Himalaya".