El presidente de EE.UU., Donald Trump, aseguró estar listo para despedir a algunos de sus principales generales y ganar terreno en Afganistán de forma agresiva. Pero la pregunta es si de esta manera será capaz de superar el fracaso de sus predecesores en una guerra que ya dura 16 años.
En julio, se informó que Trump dijo a su equipo de seguridad nacional que ha llegado el momento de realizar un avance rápido en Afganistán. "No estamos ganando. Estamos perdiendo", afirmó el presidente, que parece estar determinado a acabar con el 'empantanamiento' afgano.
No estamos ganando. Estamos perdiendo
Trump sostuvo en la reunión que EE.UU. debe actuar de manera más ofensiva y añadió que no dudará en despedir al general John Nicholson, comandante de las tropas estadounidenses en Afganistán, y contratar a alguien capaz de conseguir una victoria firme y decisiva.
A finales de julio, los combatientes talibanes asaltaron y tomaron el distrito de Jani Khel, en la provincia de Paktia. La caída de Jani Khel marcó la tercera victoria consecutiva de los islamistas en solo cuatro días. Anteriormente, los talibanes invadieron el distrito de Kohistán, en la provincia norteña de Faryab, después del asalto a la sede del gobierno del distrito. La pérdida de la guarnición de Sangin, en la provincia de Helmand, también fue muy significativa para las fuerzas de la OTAN, ya que en la zona se encuentran dos grandes bases construidas por la alianza.
"La solución militar no va a funcionar"
La Administración Trump planea enviar 4.000 soldados adicionales a Afganistán, lo que marcaría el primer despliegue considerable de las fuerzas en el país desde la retirada de la OTAN en 2014.
Con cada año que siguió a la invasión de 2001, las bajas entre las fuerzas estadounidenses y la población civil han ido aumentado de manera constante, al igual que la producción de drogas en el país asiático. Solo en el primer semestre de 2017 1.662 civiles murieron y más de 3.500 resultaron heridos, según un informe de la Misión de Asistencia de la ONU en Afganistán (UNAMA).
No es probable que EE.UU. logre la victoria en Afganistán sin la participación de otros actores regionales, cree que el exfuncionario del Pentágono, Michael Maloof. "La solución militar en sí misma no va a funcionar. No funcionó antes con más tropas. Y no funcionará por mucho que [Trump] ordene enviar otros 4.000" soldados, dijo a RT.
Según Maloof, la iniciativa que ayudaría a encontrar una solución política al conflicto consistiría en entablar diálogo con los actores regionales como Rusia, China, Irán, India e incluso Pakistán. "Todos tienen que trabajar juntos y conversar", en particular debido a la actual amenaza terrorista.
El exfuncionario del Pentágono propuso un "enfoque híbrido de iniciativas militares y diplomáticas" para poner fin a la guerra en Afganistán. Los talibanes deben saber que hay "fuerzas en el país que se quedan para asegurar la estabilidad", y al mismo tiempo se podrá negociar con ellos.
Narcotráfico y corrupción
EE.UU. estima que ha gastado más de 700.000 millones dólares en ayuda militar y económica a Afganistán y en la reconstrucción del país, pero no ha logrado resultados significativos. El problema es que la mayor parte del dinero cayó en manos de las élites políticas y de militares corruptos y criminalizados.
Las tropas estadounidenses tampoco han logrado poner fin a una de las fuentes principales de ingresos de los talibanes, las drogas. El tráfico de drogas en Afganistán proporciona el 90 por ciento del opio ilegal del mundo y sus ventas anuales se estiman en más de 3.000 millones de dólares.
Así, las interminables hostilidades, el derramamiento de sangre, el tráfico de drogas, la pobreza y la corrupción, junto con las arraigadas disputas tribales, incluso en las más altas esferas de poder, siguen afectando a Afganistán. De momento, no está claro si el actual jefe de la Casa Blanca ha aprendido de los errores de sus predecesores para lidiar con esta situación.