El turismo le ha robado a Venecia más habitantes que la peste
El encanto de la histórica ciudad de Venecia podría pronto desaparecer, víctima de los numerosos turistas que diariamente transitan por sus estrechas calles empedradas. Cada año la ciudad recibe cerca de 22 millones de turistas, lo que resulta en más de 60.000 diarios, una cifra superior a la propia población de la ciudad, que en 2016 descendió a 55.000 personas. Estas condiciones hacen que la vida en Venecia sea insoportable para los locales.
They need to lose the cruise ships. Venice residents protest against excessive tourism https://t.co/uOM2EYBDAr#travel#italypic.twitter.com/FvpjI4dbb2
— Crystal King (@crystallyn) 24 июля 2017 г.
Los beneficios que traen los visitantes son un arma de doble filo que hace que la ciudad esté perdiendo su identidad. El dialecto veneciano se oye cada vez menos en sus calles, ahogado por una mescolanza de chino, inglés y los demás idiomas que hablan los viajeros llegados a la perla del Adriático en cualquiera de los numerosos cruceros turísticos. Los hoteles han sustituido las casas.
En búsqueda de una vida más tranquila y más barata (los precios son altos a causa de turistas), los nativos se marchan a otras localidades del municipio veneciano, como Mestre o Marghera. Este éxodo ha adquirido una dimensión comparable a la de la epidemia de peste que arrasó la ciudad en el siglo XVII. Si la despoblación de Venecia continúa al ritmo actual, en 2030 no quedará en la ciudad ni un veneciano nativo.
En los años 1950, antes de que en la zona empezara el 'boom' turístico, Venecia tenía unos 175.000 habitantes permanentes. En 2016 quedan solo 55.000. En otras palabras: la ciudad ha perdido más de dos tercios de su población.
En comparación, la peste que asoló Italia entre 1629 y 1631 se cobró la vida de unos 50.000 venecianos, reduciendo a la entonces población de la ciudad a unas 100.000 personas.
Cruceros con dientes de tiburón
El negativo impacto del turismo ha impulsado a los venecianos a luchar por la identidad de su ciudad. El enfado popular se centra en los enormes cruceros que pasan por el canal de la Giudecca, y cuyo impacto visual sobre el paisaje veneciano es devastador. Varios residentes se han organizado en asociaciones contra los grandes barcos y venden camisetas con la imagen de un crucero que amenaza a los pescadores con dientes de tiburón.
Poor Venice air quality due to human-packed cruise ships creating massive health threat & pollution: https://t.co/tYL8qC8uxe via @guardianpic.twitter.com/JDaFSLCtdK
— CAPS (@Crowdifornia) 2 августа 2017 г.
Las autoridades venecianas han tomado ya conciencia de la escala del problema y han presentado un proyecto de ley que prohíbe la construcción de nuevos hoteles.
"Necesitamos salvar su identidad", comentó el ministro de cultura italiano, Dario Franceschini, a 'The New York Times', añadiendo: "La belleza de las ciudades italianas no es solo la arquitectura, sino también sus actividades, sus tiendas, sus talleres". Una belleza que dejará de existir si llega el día en que en Venecia ya no queden venecianos.