Según las leyes de la Federación de Rusia, la información que se encuentra en los archivos estatales no puede mantenerse confidencial durante más de 30 años. Sin embargo, el historiador Serguéi Kudriashov comentó recientemente a la radio Eco de Moscú que no hay ninguna pena por mantener esta información sin desclasificar, de modo que numerosas agencias prefieren mantener cerrados los archivos.
El Servicio Federal de Seguridad (FSB), sucesor del KGB, no es una excepción a esta norma. Todavía hay numerosos secretos vinculados a las actividades de Inteligencia de la era soviética que no han sido dados a conocer al público y al parecer no hay prisa por ir revelándolos. Aquí les presentamos algunos de los ejemplos más interesantes.
El destino de Raoul Wallenberg
El diplomático sueco Raoul Wallenberg trabajó en Hungría durante 1944 y 1945, los años finales de la Segunda Guerra Mundial. Con el objetivo de salvar el mayor número de vidas posible, entregó el pasaporte sueco a numerosas personas de origen judío y las escondió en casas arrendadas por la embajada de su país. Sus acciones salvaron de la muerte a miles y Wallenberg está considerado como de los Justos entre las Naciones, es decir, una de las personas que ayudaron de manera altruista a los judíos perseguidos por los nazis.
El trágico encuentro de Wallenberg con los agentes soviéticos se produjo a principios de 1945, durante el sitio de Budapest por parte del Ejército Rojo. Wallenberg visitó al mariscal Rodión Malinovski, encargado de la ofensiva sobre la capital húngara y fue arrestado por miembros de SMERSH, la organización de contrainteligencia soviética, y acusado de espionaje. Esa fue la última ocasión en la que fue visto con vida.
En 1957, el ministro de Exteriores soviético, Andréi Gromyko entregó al embajador sueco un documento que atestiguaba que Wallenberg, supuestamente preso en la cárcel moscovita de Lubianka, había muerto en 1947 de un ataque al corazón. Era la primera ocasión en la que la URSS reconocía que el diplomático sueco había perecido en Moscú, aunque las causas siguen siendo poco claras todavía hoy. Según fuentes oficiales, los archivos de los interrogatorios han desaparecido.
Mucha gente duda de que el documento entregado por Gromyko fuera real y ha habido numerosos 'testigos' que afirman que Wallenberg seguía vivo en los años 50 y que vivía en un campo de trabajo, y que incluso había conseguido escapar de ahí. El Gobierno sueco declaró oficialmente su muerte en 2016. El 26 de julio, la familia de Wallenberg presentó una demanda contra el FSB y solicitó el acceso a los documentos vinculados a su muerte.
La muerte de Beria
Lavrenti Beria, jefe de la Policía secreta NKVD entre 1938 y 1945 y director del programa nuclear soviético, apenas tiene nada en común con Raoul Wallenberg, excepto el hecho de que los servicios secretos soviéticos estuvieron implicados en la muerte de ambos.
Tras la muerte del exlíder de la URSS Iósif Stalin en 1953, Beria, famoso por su sangrienta represión, perdió la lucha de poder contra otros líderes soviéticos (Gueorgui Málenkov y Nikita Jruschov). Esto significó no solo el fin de su carrera política, sino también de su vida.
Acusado de espiar para el Reino Unido y de falsificar gran cantidad de casos criminales, fue sentenciado a muerte el 23 de diciembre de 1953 y ejecutado ese mismo día. Al menos eso es lo que dice la versión oficial. Sin embargo, hay historiadores que creen que no hubo juicio y que el otrora poderoso jefe de la Policía secreta fue ejecutado el mismo día de su arresto (el 26 de julio de 1953) y que sus rivales crearon todo el caso para presentar sus acciones como si fueran legales.
Esta versión se muestra en la película 'Lavrenti Beria. Liquidación' (2014) y se basa en el hecho de que diferentes mandatarios soviéticos, como Jruschov y Málenkov, daban diferentes versiones de los hechos.
Además, no se ha revelado nunca donde fue ejecutado y enterrado. La muerte de uno de los hombres de confianza de Stalin sigue siendo un misterio e incluso los hombres de los servicios secretos que sabían la verdad, nunca la revelaron.
Chekistas y misticismo
Al contrario que los servicios secretos de Adolf Hitler, que tenían varias unidades especiales dedicadas exclusivamente a las actividades paranormales, la Inteligencia soviética era sobre todo escéptica acerca del misticismo. La creencia en lo sobrenatural era considerada un sinsentido y, lo que era peor, antimarxista. Aunque había algunas excepciones.
Una de ellas fue Gleb Bokii, un agente de la Cheka-OGPU (la Policía secreta soviética) entre 1921 y 1934. No solamente fue el creador del sistema de campos de trabajo, sino que también estuvo interesado en las actividades paranormales, y el departamento especial de la OGPU que dirigía estaba en contacto con el mundo del misticismo.
Bokii incluso trató de organizar una expedición al Tíbet con el ocultista Alexánder Bárchenko en busca del mítico territorio de Shambhala. Aunque el Gobierno declaró que la expedición era una pérdida de tiempo y de dinero y la canceló. Tanto Bokii como Barchenko fueron ejecutados en las grandes purgas de finales de los años 30.
Desde entonces, el NKVD, el KGB y otros servicios secretos soviéticos niegan cualquier tipo de vinculación con el mundo paranormal. Sin embargo, hay quienes están seguros de esos vínculos y creen que hay archivos llenos de información sobre alienígenas, antiguos misterios y otras señales de vida sobrenatural.
Elaborado por Oleg Yegórov para Russia Beyond The Headlines.