En vez de amenazar a Corea del Norte con "fuego y furia", el presidente de EE.UU., Donald Trump, debería invitar a Kim Jong-un a Washington, sostiene el analista John Grover en un artículo para el portal Real Clear Defense.
Grover explica que las "amenazas a la seguridad física" de otros países "sacuden el sentido nacional de autopreservación", y desembocan en un ciclo "tan predecible como improductivo" en el que ambas partes "suben las apuestas".
¿Dónde está ese Trump que estaba dispuesto a dialogar?
En vez de ello, prosigue el experto, Trump debería actuar como mejor sabe hacerlo: de manera "inesperada y poco convencional". Así, Grover recuerda que el presidente de EE.UU. señaló en una ocasión que "le honraría encontrarse con Kim Jong-un en las circunstancias adecuadas".
"¿A dónde se fue ese Trump que estaba dispuesto a hablar con los líderes del mundo en vez de amenazarlos?", se pregunta el analista. A su juicio, aunque "esto irritaría a ciertos 'halcones' y partidarios de línea dura" en EE.UU., Trump "debería invitar a Kim a Washington y ofrecerse a visitar Pionyang a cambio".
El riesgo de "un problema de comunicación mortal"
El experto detalla que, si bien "la disuasión" y la defensa de los aliados son necesarias, negarse a hablar con Kim "es contraproducente", porque aumenta la probabilidad de "un problema de comunicación mortal" entre los dos países.
Según el autor del artículo, los ataques de Pionyang siempre han seguido y seguirán el mismo "patrón histórico": realizar provocaciones para conseguir concesiones de la comunidad internacional, asegurar su importancia para ser tomado en serio, o ayudar a uno de los Kim a mantener el poder en el país. Sin embargo, "un ataque no es lo mismo que comprometer a todas las fuerzas nacionales en una guerra total", puntualiza el analista, agregando que comenzar "una guerra que no puede ganar sería un suicidio", y solo valdría la pena desde el punto de vista de Kim si su país ya estuviera "bien muerto a sus ojos".
"Opciones sombrías"
Con todo, Grover estima que las opciones que tiene EE.UU. "son sombrías":
- Trump podría aumentar la presión a través de más sanciones o ejercicios militares y esperar a que Kim retroceda. Sin embargo, "apretar los tornillos" no hará que el líder supremo renuncie a sus armas nucleares, ya que son "la espada que asegura la supervivencia de su régimen", asevera el analista.
- Por el contrario, EE.UU. puede empujar "hasta que la cuestión de la posesión de Pionyang de la bomba sea llevada por una parte al campo de batalla" para su resolución. Bajo ese escenario, decenas de miles o millones de personas podrían morir, por no mencionar que lidiar con una Corea del Norte derrotada "sería una pesadilla", explica Grover. Lo anterior sin tener en cuenta qué haría China si EE.UU. entra en una guerra con Pionyang.
- Finalmente, hay opción de una relación "tensa pero relativamente estable" entre EE.UU. y Corea del Norte y, según el experto, "es mejor que la guerra".
Para Grover, Washington debe darse cuenta de que "ya vive en un mundo donde solo hay dos alternativas": o decidir que eliminar cualquier capacidad nuclear de Pionyang "tiene un costo grande y sangriento" o "comprometerse diplomáticamente" con Corea del Norte y esperar a que las lentas reformas de mercado en el país "lleven a un cambio pacífico de rumbo".
Mientras que no exista "una resolución fácil" del problema de Corea del Norte, quizás el presidente Trump "debería hacer uso de su carácter excesivamente seguro y poco ortodoxo" para "hacer que Kim vuelva a la mesa [de negociación] y alejar su dedo del gatillo", sugiere el autor del artículo para concluir que "la oferta de una visita histórica del líder de cada país a la capital del otro" podría ayudar a lograrlo.