Un pasaporte sellado en un país gobernado por la izquierda, una bolsa con tachuelas y un sobre que contenía sulfato de magnesio, fueron, entre otros objetos personales hallados por la policía, las 'evidencias' manejadas por los medios para presentar el perfil de un supuesto joven terrorista en Colombia.
Ricardo Andrés Ruiz Borja, de 21 años, murió el 16 de abril de 2006 en extrañas circunstancias. Se encontraba con un grupo de compañeros de la universidad en el apartamento 201 del edificio Maldonado, en el barrio Samper Mendoza, en el centro de Bogotá, capital colombiana, cuando se produjo una explosión . Así lo cuenta su hermana, Lizeth León, en el proyecto 'Retratos hablados'.
En en el hecho, que se llevó la fachada principal de la estructura, cuatro pisos y algunos locales comerciales, fallecieron, además de Ricardo, Luis Alejandro Concha Alvarado, Jennifer Patricia Riveros, Óscar Javier Sánchez Peña y una vecina de nombre Ana Beatriz Torres Mejía. Otras personas resultaron heridas.
La prensa publicó su veredicto. Dos días después del siniestro, 'El Tiempo' afirmó que una fuente de la Fiscalía había vinculado el hecho con una explosión ocurrida un año antes, "cuando guerrilleros fabricaban explosivos".
"Según esa fuente, las FARC no cuentan hoy con explosivistas expertos en la ciudad", reseñaba el periódico colombiano el 18 de abril de 2006.
Un día después, el 19 de abril, el mismo diario señalaba que Ricardo Ruiz era "un misterioso joven" que "al parecer, enseñaba a universitarios de la capital a fabricar artefactos explosivos".
La desaparecida revista 'Cambio', en un artículo sin fecha recogido por el Ministerio de Educación colombiano en su página web, publicaba que "organismos de seguridad revelaron" que Ricardo Ruiz formaba parte de una "célula terrorista" de las FARC.
Además se vinculaba el hecho con dos ataques a torres de energía eléctrica y al sistema de transporte Transmilenio, ocurridos el 7 de abril de 2006.
Según 'Cambio', esas acciones formaban parte de prácticas de reclutamiento de las FARC en 12 universidades de ese país suramericano. "Hoy los directivos de estas instituciones trabajan con las autoridades para detectar los casos y controlar el problema".
¿Quién era Ricardo?
"La memoria de mi hermano ha estado viciada por el relato de lo que supuestamente ocurrió", afirma su hermana Lizeth León, entrevistada por RT.
La información publicada por los medios en 2006 "terminó alterando y reprimiendo los recuerdos que teníamos como familia de él".
Una década después, como una manera de "humanizar" la memoria de Ricardo, Lizeth desarrolló el proyecto 'Retratos hablados', publicado en su blog, que consta de una biografía de su hermano, extractos de artículos de prensa sobre el caso, entrevistas a los familiares y amigos e ilustraciones.
Ella se propuso mostrar un contraste entre lo que se dijo públicamente de Ricardo y las entrevistas que le hizo a familiares y amigos. "Quería jugar con esos dos relatos", dice esta joven periodista e ilustradora.
"Han pasado 11 años y las posibilidades de reconstruir el hecho son más difíciles. Son más las dudas que las respuestas", admite.
Desarrollar 'Retratos hablados' le llevó tres meses. Tuvo que viajar, hacer entrevistas, recopilar información, organizarla y subirla a la página.
Se plantea continuar el proyecto en formato transmedia. "La idea es ampliarlo a los otros chicos que murieron con él en ese hecho; fueron cuatro estudiantes".
Aunque aún busca financiamiento, quiere que su propuesta sea interactiva y que participen otras personas. "Esto no es un caso aislado", afirma.
"He seguido investigando el caso y otros similares, y he ido identificando patrones", revela.
Los hallazgos de Lizeth
"A veces lo difícil no es que muera una persona, es lo que ocurre en torno a ese hecho",afirma.
En su opinión, basada en su investigación, ocurrió una "criminalización" por parte de los medios, de la sociedad, de los entes judiciales. "Eso termina por completo destruyendo a una familia".
Considera que el caso "está en un limbo" porque "nunca se abrió una investigación formal y se quedó en una etapa indagatoria" que aún no concluye.
"Ha sido muy difícil acceder a la información oficial, la Fiscalía de alguna manera ha torpedeado el acceso a la información".
A pesar de estar vinculada un familiar directo, le han negado el acceso a los expedientes, de los que afirma que supuestamente "han desaparecido partes". Sin embargo, recuerda que en 2006 se les permitió a los medios acceder de inmediato a la investigación judicial.
Sobre las informaciones publicadas por la prensa en torno a los presuntos nexos de su hermano con células terroristas, piensa que "los medios trabajan en función de la fiscalía, de los entes judiciales".
"Replican una información que no se verifica, que es falsa", agrega.
Recuerda que se difundió entonces, como supuesta noticia comprobada, que en casa de su tía, donde vivía Ricardo, había explosivos, a pesar de que ella y su padre estuvieron en el sitio mientras los cuerpos de inteligencia hicieron las pesquisas y les consta que no hallaron material detonante.
El pasaporte y otras evidencias
Otro ejemplo del sesgo mediático del caso lo arrojan tres "pruebas" que incriminaron a Ricardo: su pasaporte, con un único viaje a Venezuela, en el año 2005, más unos compuestos químicos, unas tachuelas y ciertos libros.
Ricardo había ido al país vecino para participar en el Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, que ese año se llevó a cabo en Caracas.
Aunque ella recuerda la emoción del joven, que contó a su regreso de las actividades públicas y conciertos a los que asistió, las empresas de comunicación omitieron toda referencia de ese tipo.
Cuando la policía, tras la muerte de Ricardo, revisó el apartamento donde éste vivía, un agente encontró, hacia las 10 de la mañana, un volante del encuentro al que había asistido en Caracas. También halló y le tomó una foto a su pasaporte.
Al mediodía, los noticieros de televisión abrían con la foto del pasaporte de 'uno de los implicados' en la explosión ocurrida en Bogotá, al que se señalaba de haber viajado a Venezuela, donde era presidente Hugo Chávez, señalado por la oposición de tener nexos y financiamiento de las FARC.
"La persona que tomó la foto filtró la información y la noticia era esa: una foto de mi hermano, pasaporte, viaje a Venezuela. Eso era subversivo", dice con ironía Lizeth León.
En 'Retratos hablados', explica ella cómo esos objetos personales, utilizados tranquilamente por su hermano, fueron convertidos en 'pruebas': unas tachuelas que a él le gustaba poner en sus chaquetas, pero que según la investigación eran utilizadas como metralla en los explosivos; libros de ciencias sociales que fueron catalogados de "propaganda subversiva"; sulfato de magnesio, usado para combatir hongos en la piel, presentado como componente para fabricación de bombas artesanales.
¿'Falso positivo'?
Ricardo puede haber sido el primer caso de 'falso positivo' en Colombia, un término que se popularizó hacia 2008 cuando, bajo el gobierno de Álvaro Uribe, miembros del Ejército presentaron una y otra vez como guerrilleros 'dados de baja en combate' a jóvenes que simplemente fueron asesinados.
"Para hablar de cómo mi hermano pudo llegar a ser un 'falso positivo', tendría que hablar de otros casos. Tengo rastreados por lo menos siete episodios similares entre 2001 y 2017", afirma.
¿Cuáles son esas características? "En todos hay criminalización de estudiantes: se supone que hay un grupo reunido que está armando una bomba, la cual estalla y todos mueren", explica.
Recuerda que en el año 2000 hubo un caso similar en la Universidad del Atlántico, en el departamento del mismo nombre. La nota de 'El Tiempo', fechada el 5 de febrero de ese año, presenta como hipótesis la idea de que un grupo de estudiantes estaba manipulando explosivos y que estos estallaron. En la nota se habla de acciones de desestabilización y terrorismo dentro de la casa de estudios.
En el hecho fallecieron dos estudiantes. Posteriormente murieron otros dos de la misma universidad, presuntamente en una operación conjunta del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y los paramilitares, recogió 'El Turbión'.
En 2006 se repitió la escena, otra vez en la misma institución educativa, y 'El Tiempo' del 24 de octubre tituló de esta manera: "Tres estudiantes muertos por explosión en la Universidad del Atlántico estarían fabricando bombas".
Seis años después, en 2012, un hecho similar ocurrió en Bogotá, en el barrio Suba. En ese caso, afirmó 'El Espectador', tres estudiantes en "estado de embriaguez se encontraban fabricando explosivos artesanales", que detonaron. Murieron tres personas y diez resultaron heridas.
"Más allá del patrón, habría que revisar quiénes son los chicos que mueren: muchos son líderes estudiantiles. Y tras estos hechos, los movimientos que representan se dispersan porque impera el miedo. Ese es el objetivo", afirma.
El caso más reciente es del joven estudiante de sociología Mateo Gutiérrez León, quien fue señalado por las autoridades de poner bombas panfletarias en la capital colombiana entre 2015 y 2016, según 'Semana'.
#NoMasFalsosPositivosJudiciales#Bogota 🔥 Mateo Gutiérrez rechaza recientes capturas #EstudiantesAlSalonNoLaCarcelhttps://t.co/PZ0SEV4sJSpic.twitter.com/h9O4fkfccs— ELREBELDE CL. (@ElRebelde_MA) 25 de junio de 2017
Lizeth ha revisado casos que cataloga como 'falsos positivos judiciales' y ha determinado que hay 'procesos paralelos'.
"Está el proceso judicial, donde claramente se deja ver que no hay pruebas, y está el de los medios, donde hay supuestos terroristas que ponen bombas y participan en un montón de atentados".
"Cuando vas a las audiencias, te das cuenta de que en no se les está acusado de todo lo que se dice en la prensa", agrega. "Hay mucho poder".
¿Y ahora qué?
A pesar de que ni los medios ni la justicia han modificado su versión sobre la muerte de Ricardo, Lizeth adelanta 'Retratos hablados' con una única intención: "Limpiar la memoria de mi hermano, de mi familia".
Relata que los suyos han sido perseguidos y sometidos al escarnio, y que sus comunicaciones han sido interceptadas.
Sobre la información difundida por la prensa, considera que "el daño es irreparable, por eso mi trabajo periodístico" hace énfasis en la "criminalización de los estudiantes en Colombia".
"Al hablar del tema, uno piensa en las dictaduras del Sur, en Ayotzinapa. Pero estamos hablando de Colombia, la supuesta democracia más antigua de América Latina", expresa.
"Si uno no da la pelea para contar lo que pasó y empezar a hilar entre esos casos, no sólo va a seguir pasando todo esto, sino que vamos a dejar que los medios nos cuenten sus propias historias como les dé la gana"
Nathali Gómez