"Los antiguos miembros de los servicios de inteligencia no existen", se suele decir en Rusia y parece que el presidente de Rusia, Vladímir Putin, que trabajó en el KGB entre 1975 y 1991, es la prueba de que esa afirmación es cierta. No parece probable que vaya a alardear de su puesto en los servicios de inteligencia soviéticos, lo que incluye los años que pasó en Dresde (1985-89), en la antigua República Democrática Alemana. Apenas se sabe nada sobre las operaciones en las que participó o los agentes extranjeros con los que trabajó. Sin embargo, vamos a tratar de resumir lo que se conoce.
Trabajo rutinario
Putin era un agente bastante joven cuando lo destinaron a Alemania del Este. Tenía 33 años, estaba casado con Liudmila (su actual exmujer) y ya había nacido su hija María (la más joven, Ekaterina, nació en Dresde en 1986). Tras completar su formación en la Academia de Inteligencia Extranjera en Moscú, Putin, que habla alemán de manera fluida, tuvo que elegir: esperar años para que lo enviaran a Alemania Federal o ir directamente al Este. Eligió la segunda opción.
En el libro de entrevistas 'En primera persona', Putin recuerda que los agentes del KGB estaban interesados en reunir toda la información vinculada con el adversario estratégico; es decir, la OTAN. Afirma, modestamente, que su trabajo era "bastante rutinario" y enumera las cosas que solía hacer: reclutar informantes, reunir información y enviarla a Moscú.
Este año, en una entrevista para el canal de televisión estatal Rossiya 24, Putin declaró que todo su trabajo en aquella época estaba vinculado con actividades ilegales de inteligencia. Si tenemos en cuenta que Putin era un agente legal del KGB, eso significa que estaba en contacto con residentes ilegales y les ayudaba a estar en contacto con 'el centro'.
Como presidente de Rusia, parece que Putin recuerda con afecto los años en Alemania y no se olvida de sus antiguos compañeros. Por ejemplo, este año visitó personalmente y felicitó a Lázar Moiséiev con motivo de su 90 cumpleaños. Moiséiev fue su antiguo jefe, representante del KGB en el Ministerio de Seguridad del Estado de Alemania Democrática.
Bebiendo cerveza con los vecinos de la Stasi
La exmujer de Putin, Liudmila, afirmó en una entrevista que la familia se quedó impresionada por la limpieza y la organización alemanas. El propio mandatario confesó que ganó unos 12 kg durante su estancia en Alemania, debido a las cerveza que bebía para relajarse cuando terminaba su dura jornada laboral como agente del KGB. Tras volver a Rusia perdió ese peso, quizá porque la cerveza rusa de los años 90 no estaba tan buena.
Según Liudmila, las cenas familiares eran habituales y también solían invitar a compañeros de trabajo rusos y alemanes. Seguramente, entre ellos había miembros de la Stasi, la policía secreta, ya que los oficiales eran vecinos de Putin.
La familia no tenía una vida lujosa, ha afirmado Putin. El único dinero que consiguieron ahorrar fue para comprar un automóvil, que no era fácil en los países socialistas. Liudmila afirmó en una entrevista que parecía que los empleados de la Stasi hacían más dinero que los del KGB.
Putin y una muchedumbre de alemanes enfurecidos
En 1989, las cosas cambiaron totalmente para los miembros de la Stasi, cuando cayó el Muro de Berlín y comenzó la reunificación de Alemania. El 5 de diciembre de ese año, Putin vio como una masa de ciudadanos enfurecidos atacaba el Ministerio de Seguridad Estatal, situado en la misma calle que el cuartel general del KGB, y supuso que también iban a saquear sus oficinas. Putin trató de ponerse en contacto con la oficina de Moscú, pero nadie respondió, de modo que tomó la iniciativa.
Tal y como recuerda Siegfrid Dannat, que estaba entre los miembros de la muchedumbre, un oficial ruso salió del edificio y se acercó a la gente. Dijo que tenían que alejarse del edificio porque era territorio soviético y que los guardias armados estaban preparados para disparar si alguien trataba de entrar. Dannat explica que el oficial era educado y que hablaba bien alemán. Sus palabras calmaron a la muchedumbre (nadie quería que hubiera un baño de sangre), de modo que se fueron de las oficinas del KGB.
Putin, que era aquel oficial, no tuvo mucho tiempo para disfrutar de su triunfo. Durante varios días, tanto él como sus compañeros se dedicaron a destruir todo el material vinculado a las actividades del KGB en Alemania Oriental. Los documentos más valiosos se llevaron a Moscú, mientras que todo lo demás se quemó. "Lo quemábamos de día y de noche", dice Putin. "Quemamos tanto papel que hasta el horno se rompió". Poco después, Putin y su familia abandonaron Dresde. Su misión había terminado, como también lo hacía la presencia del KGB en Alemania.
Elaborado por Oleg Yegórov para Russia Beyond The Headlines.
Lea también:
¿A qué se dedican los antiguos agentes del KGB?