El 'top 6' de mujeres más crueles de la historia
Aunque estadísticamente los asesinatos en serie han sido perpetrados en su mayor parte por hombres, a lo largo de la historia no son pocos los casos de mujeres que mataron a decenas o incluso a centenares de personas; algunas lo hicieron por dinero y otras porque padecían trastornos psicológicos o movidas simplemente por pura maldad y sed de sangre.
La triste lista que les pasamos a continuación es un 'top 6' de las mujeres más infames de la historia.
Antonina Makárova: verdugo y prostituta
Nacida en la URSS en 1923, durante la Segunda Guerra Mundial Antonina Makárova fue una de las muchas mujeres que salvaron vidas en el Ejército Rojo. Sin embargo, cuando su zona cayó en manos de los alemanes no dudó en ponerse al servicio de los nazis, para los que ejecutó personalmente a 1.500 soldados y guerrilleros. Paradójicamente, tras la contienda acabó convirtiéndose en una madre de familia soviética ejemplar.
"No conocía a quienes fusilaba. Así que no me avergonzaba", dijo Makárova en uno de los interrogatorios a los que fue sometida.
Fue una las tres mujeres ejecutadas por sus crímenes en la URSS después de la Segunda Guerra Mundial. Varios documentos sobre este caso siguen siendo clasificados.
La historia de Antonina Makárova, más conocida como 'Tonka la de la ametralladora', es sorprendente. En 1941, cuando, siendo enfermera durante la Gran Guerra Patriótica, su unidad del Ejército Rojo fue derrotada en Viazma, Antonina se encontró en territorio ocupado. Al ver que los colaboracionistas vivían mejor que el resto de la población, decidió alistarse en la policía auxiliar del distrito de Lokot, donde se le asignó el 'trabajo' de verdugo. Makárova fusilaba a sus víctimas con una ametralladora Maxim, que le valió su apodo.
Según datos oficiales, 'Tonka' fusiló a unas 1.500 personas, por cada una de las cuales recibió 30 marcos alemanes. La mujer combinaba el trabajo de verdugo con la prostitución. Tras la guerra, Makárova consiguió documentos falsos, se casó con el soldado veterano V.S. Ginzburg, que no sospechaba nada acerca de su pasado, y tomó su apellido.
La búsqueda de Antonina Makárova comenzó inmediatamente después de la liberación del territorio de Lokot. Aunque había suficientes testigos de sus atrocidades, la mujer quemó brillantemente los puentes que conducían a ella. Con un nuevo apellido, una nueva vida, un esposo y dos hijas, solo en 1978 el KGB encontró su pista en Bielorrusia, en la localidad de Lépel, donde trabajaba como costurera en una fábrica y era considerada una trabajadora y madre de familia ejemplar.
La verdugo murió en 1979, fusilada como ella hizo con sus víctimas. Al conocer el pasado de su esposa, su marido se trasladó con sus dos hijas a otra ciudad y no volvió nunca más a Lépel.
Daria Saltykova, aristócrata y sádica
Esta aristócrata rusa nacida en 1730 se hizo famosa por haber torturado y matado a decenas de sus siervos (75 según los casos confirmados por sus testigos), dando 'preferencia' a las chicas jóvenes, sobre todo en vísperas de sus bodas.
Saltykova se casó muy joven y enviudó a los 26 años. Con la muerte de su marido recibió una considerable fortuna y vivió junto con sus hijos y un número considerable de siervos. Tras convertirse en señora del castillo, tuvo vía libre para torturar y matar a muchos de sus siervos, y a pesar de las varias denuncias contra ella, la aristócrata se aprovechó de sus vínculos con las autoridades para zafarse.
Daria Saltykova era una sádica que se divertía matando y torturando. Mientras su marido estuvo con vida, 'Saltychija', tal y como se la conocía familiarmente, no mostró ninguna propensión especial a la violencia y era una mujer muy religiosa. Pero al fallecer su marido su carácter cambió; por un lado se comportaba como una creyente devota, mientras que por el otro cometía las más abyectas crueldades. Según algunos médicos rusos de la actualidad, esta dualidad podía responder a una psicopatía epileptoide.
Pasados seis meses de la muerte de su esposo, por orden de la señora y con su directa participación, sus siervos fueron azotados, privados de comida y lanzados al frío desnudos. La propia aristócrata podía verter agua hirviendo sobre una campesina o criada o quemarles el pelo. A menudo también les arrancaba el pelo a sus víctimas con sus propias manos.
Finalmente, los familiares de las víctimas lograron hacer llegar una petición a la zarina Catalina II, que en 1762 decidió arrestar y juzgar públicamente a Saltykova.
Saltykova permaneció detenida durante seis años (hasta 1768), tras lo cual se desarrolló una ardua investigación. El Colegio de Justicia finalmente la declaró culpable de la muerte y tortura de 38 siervas, y la condenó a la pena capital. Sin embargo, como este castigo llevaba sin aplicarse desde 1754, Saltykova fue simplemente encadenada durante una hora sobre una plataforma, con un cartel colgado al cuello que rezaba: "Esta mujer ha torturado y matado." Después fue encarcelada de por vida en un convento, donde permaneció, hasta 1801, los 33 años restantes de su vida.
Irma Grese, 'El ángel de Auschwitz'
Irma Grese fue una supervisora de prisioneros en los campos de concentración de Auschwitz, Bergen-Belsen y Ravensbrück durante la Segunda Guerra Mundial. Empezó su 'carrera' a los 19 años, cuando ingresó como guardia en Ravensbrück.
En 1943 Grese fue transferida a Auschwitz, donde fue nombrada 'SS Oberaufseherin' (guardia femenina), y a finales de ese mismo año fue ascendida a supervisora, la segunda mujer de importancia en el campamento después de Maria Mandel, a cargo de alrededor de 30.000 reclusas de origen judío. En su ascenso la 'ayudaron' el enorme fanatismo nazi y el considerable sadismo que desarrolló.
Fue allí donde las prisioneras la apodaron 'La bestia bella' y 'el ángel de la muerte', a causa de su comportamiento sádico y perverso. Irma Grese asesinó a latigazos a centenares de personas, torturó a niños y cometió abusos sexuales, entre otras aberraciones.
Una de ellas era no darles de comer a los perros para que se lanzaran encima de los presos y los devoraran.
Grese siempre calzaba unas pesadas botas negras y llevaba una pistola y un látigo.
En 1945, cuando tenía 22 años, fue capturada por las tropas británicas y condenada a la horca en el juicio de Bergen-Belsen. Antes de la ejecución, Grese se mostraba muy alegre e incluso cantaba. Mantuvo la calma hasta el final y sus últimas palabras, dirigidas a su verdugo, Albert Pierrepoint, fueron: "Schnell!", '¡Rápido!'.
Belle Sorenson Gunness, la Viuda Negra estadounidense
Belle Gunness (1859-1908?) era una estadounidense de origen noruego que se convirtió en la asesina en serie más conocida de la historia de EE.UU., lo que le valió dos sobrenombres: la Viuda Negra y Belle Infernal.
Se cree que Gunness mató a sus cinco hijos biológicos y a su hija adoptiva, así como a sus dos maridos, a una o tal vez a dos de las hijas de su segundo esposo y a una treintena de trabajadores de su granja.
Se cuenta también que publicó un anuncio para encontrar un nuevo marido. A los pretendientes los invitó para someterlos a una entrevista... y nadie los volvió a ver nunca más.
El motivo de los crímenes de Gunness era cobrar seguros. Todos sus hijos estaban asegurados, de manera que cuando morían envenenados 'Belle Infernal' cobraba de las compañías aseguradoras. Sin embargo, en ocasiones también cometió asesinatos para eliminar testigos.
Se cree que la Viuda Negra murió en 1908, aunque su muerte está envuelta en misterio. Después de que un incendio arrasara su casa, entre los escombros se encontraron los cuerpos de varios de sus hijos junto al cadáver decapitado y carbonizado de una mujer. Sin embargo, nunca logró demostrarse que esos restos pertenecieran a Belle Guness.
María Tudor de Inglaterra, sanguinario azote de protestantes e inspiradora de cócteles
María Tudor (1516-1558) se convirtió en reina de Inglaterra en 1553 y pasó a la historia por su cruel personalidad. Un reflejo de esa crueldad son las ejecuciones en la hoguera de más de 300 católicos durante su breve reinado de cuatro años.
Hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, María I es recordada por haber vuelto a someter a Inglaterra a la autoridad del papa con unos métodos que le granjearon el sobrenombre de 'María la sanguinaria', o 'Bloody Mary' en inglés, un apodo que siglos más tarde inspiraría el cóctel a base de vodka, tabasco y jugo de tomate.
Cuando su padre se separó de Catalina de Aragón y abandonó la fe católica para convertirse al protestantismo, María tuvo que renunciar a sus títulos y se convirtió en la bastarda oficial. En 1534 el Parlamento inglés promulgó una nueva ley que prohibía que María heredara la fortuna real. Ese cúmulo de circunstancias hizo que María encontrara alivio en el cariño de su madre y en la fe católica, convirtiéndose en una defensora a ultranza del catolicismo y detractora acérrima de los protestantes.
Tras casarse con Felipe II, el odio que acumuló por no poder quedar embarazada, sumado al desinterés que comenzó a mostrarle su marido, hizo que María se volcara en una sus actividades predilectas: perseguir a protestantes. En esa época en las hogueras ardían incluso aquellos protestantes que habían aceptado el catolicismo antes de ser ejecutados.
María Tudor murió de fiebres el 17 de noviembre de 1558, una fecha que se convirtió en fiesta nacional en Inglaterra. Tras su muerte sus antiguos súbditos no erigieron ningún monumento en honor de la sanguinaria reina.
Erzsébet Báthory, la sanguinaria condesa húngara
Erzsébet Báthory de Ecsed pertenecía a una de las familias más poderosas de Hungría, los Erdély, y ha pasado a la historia por haber sido acusada y condenada como la mayor asesina en serie del mundo, ya que fue responsable de 650 muertes, en su abrumadora mayoría de mujeres jóvenes.
Tras quedar viuda en 1604, a la edad de 44 años, Erzsébet (Isabel en castellano) se convirtió en señora feudal de un importante condado de Transilvania. Fue entonces cuando por la zona empezaron a circular rumores de que algo muy siniestro ocurría en el castillo de Csejte (o Čachtice, en la actual Eslovaquia). A través de un pastor protestante local, empezaron a llegar historias de que la condesa practicaba la brujería y que en sus ceremonias utilizaba la sangre de muchachas jóvenes, una acusación, por otro lado, muy habitual en la época.
El rey húngaro Matías ordenó a un primo de Erzsébet, el conde palatino Jorge Thurzó (enemistado con ella), que realizara una investigación en el castillo. Dado que la señora de Báthory carecía de fuerza militar propia, no ofreció resistencia.
Según la investigación del conde Thurzó, hallaron en el castillo numerosas muchachas torturadas en distintos estados de desangramiento, y un sinnúmero de cadáveres por los alrededores de la fortaleza. En 1612 se inició un juicio en Bitcse. Junto con Erzsébet fueron juzgados sus colaboradores.
El más importantes de ellos, el mayordomo Juan Ujváry, testificó que en su presencia se había asesinado como mínimo a 37 "mujeres solteras" de entre once y veintiséis años; a seis de ellas las había reclutado él personalmente para trabajar en el castillo. Se trataba de muchachas de familias nobles que habían sido enviadas a Csejte para ser educadas. Las víctimas de familias humildes eran mucho más numerosas.
Erzsébet fue encerrada en uno de los aposentos de su castillo. Las puertas y ventanas de la estancia fueron selladas, y solo se dejó un pequeño orificio para pasarle la comida.
Allí pasó los últimos cuatro años de su vida, encerrada entre cuatro paredes, sufriendo hambre y frío.