La tensión actual en torno a Corea del Norte produce un 'déjà vu' al evocar la situación con Irak hace 15 años, escribe en un artículo para Lenta.ru el analista Fiódor Lukiánov, del Consejo de Política Exterior y de Defensa, quien explica por qué es probable que Donald Trump use la fuerza contra Pionyang.
En primer lugar, el experto constata que "una vez más" hay declaraciones sobre "un dictador que amenaza al mundo entero" y la "paciencia agotada", mientras que la guerra "se discute en serio".
Un ambiente belicista
Al mismo tiempo, Kim Jong-un se está comportando de manera "mucho más provocativa" que Saddam Hussein, destaca Lukiánov. Si el líder iraquí "engañó a los inspectores internacionales" que buscaban armas de destrucción masiva, fingiendo que tenía algo que ocultar, Kim de verdad "tiene el potencial", lo "demuestra persistentemente" y promete aplicarlo, lo que "puede estimular" en EE.UU. el deseo de realizar un ataque preventivo.
A pesar de las discusiones dentro de EE.UU., en general, "la máquina militar y política" del país —al igual que hace 15 años— se está empezando a inclinar hacia la guerra, mientras que la cobertura mediática contribuye a que en la sociedad y en la clase política aparezca la idea de que "son necesarias acciones militares para evitar lo peor".
En este contexto —cuando ya no se habla solo de los riesgos y las consecuencias negativas, sino también de los beneficios que tendría una campaña exitosa— la siguiente fase será que "el deber de EE.UU. es eliminar la amenaza al mundo", asevera el experto.
La razones de Bush
En la era de Bush, sin embargo, había un componente que no existe ahora: la base ideológica para la intervención, y en concreto, el concepto de la "difusión de la democracia" en aras de garantizar la seguridad nacional estadounidense, señala Lukiánov.
El autor explica que los atentados del 11-S llevaron a la administración de EE.UU. a la conclusión de que para garantizar su seguridad nacional debían adoptar medidas a escala mundial. Bush afirmaba públicamente que "la democracia puede asegurar la paz", y por eso "nuestro camino en Oriente Medio debe ser la difusión de la democracia".
Es por eso que, aunque Irak no tuvo la menor relación con los ataques del 11 de septiembre, cuando Hussein dio un pretexto para una intervención a gran escala en los asuntos de la región, el liderazgo estadounidense "aprovechó la ocasión".
Las razones de Trump
Por su parte, Trump ha rechazado en repetidas ocasiones la idea de llevar la democracia al mundo, y el tema de la seguridad tampoco es tan determinante para él como lo era para Bush. Sin embargo, él tiene su propia "supertarea": rediseñar el panorama comercial y económico del mundo, de manera que dé el máximo beneficio a EE.UU., enfatiza el analista.
El principal objetivo en esta batalla de Trump por una nueva estructura económica del mundo es China, el mayor beneficiario del desarrollo global a finales del siglo XX y principios del siglo XXI, lo que explica por qué Corea del Norte se ha encontrado en el ojo del huracán.
Y es que una acción militar contra Pionyang y un choque en Asia oriental probablemente destruirían la llamada 'Chimérica' —la "simbiosis económica y política del crecimiento productivo chino y el consumo financiero estadounidense"—, y esto es justo lo que busca el presidente estadounidense: "romper la vieja lógica y forzar a Pekín a aceptar nuevas condiciones", explica Lukiánov.
Al igual que con Irak, tenemos a "un dictador excéntrico" que no está relacionado con esta batalla pero da pretexto para una intervención masiva en la zona del principal oponente, resume el analista.
Razones 'extra'
Además, Lukiánov hace hincapié en las características personales de Trump y la situación en la que se encuentra. Así, a nivel personal lo que más miedo le da al presidente ―según el autor― son las acusaciones de que no cumple con sus palabras, es decir, que no es capaz de poner en práctica sus amenazas.
Mientras tanto, "la situación de caos" en la Casa Blanca y en la política estadounidense provoca el deseo de "hacer explotar la situación", cambiando bruscamente la agenda y uniendo a la elite "en un impulso patriótico", detalla el experto, para concluir que todos estos aspectos significan que "lo más probable es que a la península coreana le esperan cataclismos".