Tras la tormenta, Texas lucha con la ayuda de las Fuerzas Aéreas contra la invasión de los mosquitos provocada por el huracán Harvey. La Aviación estadounidense ha mandado a ese estado aviones de transporte C-130 Hercules que rociarán unas 240.000 hectáreas de terreno con un insecticida organofosforado llamado naled (Dibrom), informa 'Houston Chronicle'. A pesar de que su uso ha sido aprobado por la Agencia de Protección del Medio Ambiente de EE.UU., esta sustancia química suscita preocupaciones por ser potencialmente peligrosa.
Las inundaciones provocadas por Harvey generaron grandes cantidades de agua sucia estancada, un caldo de cultivo perfecto para las nubes de mosquitos. Aunque en general estos insectos simplemente son molestos y obstaculizan los trabajos de rescate, algunos tipos podrían propagar enfermedades, como la fiebre del Nilo Occidental o el zica, explica el Centro para el Control de Enfermedades de los Estados Unidos (CDC).
Post-Harvey aerial mosquito spraying over 6,000 acres of greater Houston set for Thursday night https://t.co/RNthGfR49c— Todd Ackerman (@ChronMed) September 14, 2017
El naled es una neurotoxina que permite aniquilar a los mosquitos y se utiliza en EE.UU. desde la década de 1950. Según las autoridades estadounidenses no genera peligros para el medioambiente. Sin embargo el uso de este insecticida está prohibido en la Unión Europea desde 2012 y según la ONU pertenece a la categoría 6.1 de peligro de inhalación. Según varios estudios, el pesticida es tóxico tanto para los mosquitos como para los insectos beneficiosos, las aves, algunas especies de peces e incluso para los humanos.
Previo a la fumigación con la sustancia, prevista para el jueves 14 de septiembre, las autoridades texanas recomendaron a los ciudadanos preocupados por una posible exposición al naled quedarse dentro de sus hogares durante la operación aérea como medida de precaución. También sugirieron a los apicultores que cubrieran sus colonias para evitar que las abejas salieran de las colmenas durante la operación.
El huracán Harvey tocó tierra en Texas la noche del 25 al 26 de agosto en forma de tormenta de categoría 4. Esto se tradujo en vientos de hasta 200 kilómetros por hora, oleajes de hasta 3,7 metros e inundaciones. Asimismo, provocó numerosos daños materiales y decenas de víctimas mortales.