Argentina bajo el agua: una superficie equivalente a Corea del Sur está inundada
El pasado 9 y 10 de septiembre, mientras el huracán Irma arrasaba con el Caribe y Florida, en Argentina 10 provincias se veían fuertemente afectadas por un temporal. Las inundaciones alcanzaron campos y ciudades. Sin embargo este hecho hizo emerger un problema del pasado: hace meses que enormes extensiones se encuentran bajo el agua.
Según un primer informe de la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (Carbap) publicado en el portal Mundo Empresarial, un total de 8 millones de hectáreas eran las afectadas. "Prácticamente toda la cuenca del río Salado, desde la desembocadura en la bahía Samborombón extendiéndose hasta zonas de La Pampa y sur de Córdoba, pasando por todo el oeste de Buenos Aires", indicó el estudio de la entidad.
No obstante, datos más recientes publicados por el diario 'Ámbito Financiero' apuntan que la superficie bajo el agua alcanza los 10 millones de hectáreas. El equivalente al territorio de Corea del Sur y apenas un poco menos que el de Cuba.
En un país como Argentina, dedicado en gran parte a la producción agropecuaria, esto supone un problema no solo social, sino también económico. Según Carbap en toda la región de la llamada pampa húmeda (que incluye regiones de Buenos Aires, La Pampa, Córdoba y Santa Fe) se ha visto condicionada casi un tercio de la producción agropecuaria: 25% de la agricultura y 34% del rodeo vacuno de todo el país.
¿Cambio climático o modelo agropecuario?
A la hora de analizar cuáles son las causas de esta situación surgen diversas explicaciones. "Hay dos grandes bandos", los que sostienen que "se trata de un cambio en el régimen de lluvias que hace que caiga más agua en zonas donde no hay obras de infraestructura como para que se drene adecuadamente" y quienes apuntan que se trata de "una consecuencia del compactamiento de los suelos producto del modelo de explotación rural", explicó en diálogo con RT el sociólogo Rolando García.
En ese primer "bando" se ubica el presidente de Carbap, Matías De Velazco, quien declaró al diario 'Página/12' que "el modelo de producción no tiene nada que ver con esto" y aunque "hay gente que cree que los suelos absorben menos que antes, no es así". Por eso opinó que "la única solución son las obras hídricas, que van a llevar años y van a atravesar gobiernos".
Sin embargo para Miguel Ángel Taboada, director de Suelos del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), aseguró que "hubo años en que llovió lo mismo o más, como el 2001, y no tenías media provincia inundada". Desde su perspectiva hubo una transformación "en los últimos 25 años" en la que "desaparecieron 8 millones de hectáreas de pasturas y 5 millones de hectáreas de bosque, que consumían muchísima agua por año".
La "agriculturización" de Argentina
"El problema de las inundaciones en la región pampeana es un tema ya histórico. Incluso hay un libro del siglo XIX de Florentino Ameghino que habla de las inundaciones y la seca", sostuvo el ingeniero agrónomo Manuel Martino. Consultado por RT resaltó que las inundaciones "no se pueden atribuir a un solo factor".
Martino, que además es parte del Movimiento de Trabajadores Excluidos Rural, analizó que el cambio climático influye y "lo podemos observar por el hecho de que hay una mayor temperatura que genera inviernos suaves con menos heladas" a lo que se suman lluvias que "son muy intensas". Por ejemplo lo que antes llovía en un año "se da en tres o cuatro meses generando un colapso de los suelos".
Ahora bien, también existen "factores locales que tienen que ver con el modelo agropecuario que se viene instalando hace 20 o 30 años no solo en esta zona, sino también en otras dedicadas a otro tipo de producciones", añadió. Allí aparece en escena lo que el especialista denomina "agriculturización". Esto implica que "tierras que históricamente han sido de ganadería, es decir de pastura, se han ido trasladando y confinando al 'feed lot'".
Allí se comenzó un modelo de agricultura "cuya primera finalidad era acumular agua en el suelo". Lo que en los hechos implica que "la mayor parte del año el suelo está en lo que denomina 'barbecho' (un suelo muerto), por lo tanto ahí no hay raíces, ni vegetación que pueda consumir esa agua". Entonces lo que se usaba antes para la ganadería, que "eran pasturas implantadas que podían durar hasta cinco años con raíces que podían superar los 20 metros de largo" actualmente "se ha reducido a un 10% de lo que había antes".
"Esto genera un caos total en las zonas rurales", dijo porque para los pueblos pequeños "es lapidario", ya que "no solo quedan aislados, sino que se le termina lo vital que es el trabajo llevando a un nuevo éxodo hacia las ciudades". Como ejemplo mencionó la situación de General Villegas, en la provincia de Buenos Aires que "entre el año pasado y este ya desaparecieron 40 tambos, lo cual es muchísimo, porque generaba mucha mano de obra".
Transformación del paradigma agroproductivo
Rolando García, que además es investigador y docente de la Universidad de Buenos Aires, explicó que el modelo del agronegocio "reemplazó la siembra con arado por la siembra directa". Este es un "proceso muy importante" que se dio "a fines de la década de 1990 y durante toda la década de 2000" lo que llevó a que hoy "el 99% de la siembra se haga así".
En ese sentido abonó a la perspectiva de que "un suelo compacto absorbe mucha menos agua y por lo tanto es más difícil evitar que se generen ollas en las zonas bajas de los campos y que el agua drene". No obstante analizó que "quizás lo más interesante es pensar que el cambio en el paradigma agroproductivo no sucede solo en Argentina, sino que es global en la producción de oleaginosas y cereales". Es por eso que "no depende solo de la capacidad estatal revertirlo o no", aunque "por supuesto que hay que tener una voluntad de hacerlo".
"No se puede volver a producir como antes en Argentina, sería ir en contra de las tendencias mundiales de la producción agraria", opinó. Por eso destacó que además de pensar en un modelo menos agresivo para el medio ambiente, hay que realizar obras de infraestructura. "El gobierno actual está haciendo una obra importante en la cuenca del Salado -que comenzó con gobiernos anteriores- que permitiría drenar zonas que son muy inundables", dijo.
Y concluyó: "Hay que encontrar formas novedosas que incorporen la tecnología que existe con prácticas sustentables que eviten situaciones de estas características" y eso "es lo más complicado".
Santiago Mayor