Investigadores estadounidenses aseguran que la humanidad podría ser víctima de un cambio climático de proporciones catastróficas en el año 2100. El estudio, publicado en PNAS, la revista oficial de la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, evalúa diferentes modelos de escenarios climáticos futuros y propone dos nuevas categorías de riesgo para caracterizar las amenazas del calentamiento global: "catastróficas" y "desconocidas".
Según Veerabhadran Ramanathan, autor principal del estudio y profesor de Ciencias Climáticas y atmosféricas de la Universidad de California (EE.UU.), basado en datos estadísticos, asegura que un aumento entre 3°C y 5 °C conllevaría a efectos catastróficos. Podría desencadenar el colapso de la capa de hielo de la Antártida Occidental, el subsiguiente aumento del nivel del mar y el desvanecimiento de la selva amazónica.
Por su parte, un aumento mayor a 5 °C, implicaría amenazas desconocidas que podrían en riesgo la supervivencia de la humanidad. Este espectro incluye graves riesgos para la salud humana y la extinción de especies, ya que la Tierra no ha experimentado temperaturas superiores a esta cifra por lo menos en los últimos 20 millones de años.
Los expertos calculan que un calentamiento global menor o igual al 5% es un escenario altamente probable con consecuencia de "gran impacto". Y aunque esta cifra puede ser considerada insignificante, la probabilidad es de 1 entre 20. El objetivo establecido en el Acuerdo de París (sobre las medidas para reducir las emisiones de gases con efecto invernadero) es mantener el nivel en tan solo 1,5 grados. No obstante, este cambio sigue siendo clasificado como "peligroso".
¿Cómo prevenir las amenazas más graves?
Ramanathan considera que medidas agresivas como reducir el uso de combustibles fósiles y las emisiones de contaminantes climáticos de corta duración como el metano y los HFC (gases de efecto invernadero) tendrían que ir acompañadas de esfuerzos para limpiar el aire de CO2 y evitar su emisiones. Este último permanece más tiempo en la atmósfera –un siglo o más-, en comparación a los primeros, cuya duración oscila entre varias semanas hasta una década.
Los investigadores señalan que este objetivo es alcanzable: las emisiones mundiales de CO2 habían crecido en un 2,9% anual entre los años 2000 y 2011, pero desaceleraron su crecimiento casi hasta cero en el 2015. El aumento en la producción y uso de energías renovables -en especial la eólica y la solar- han contribuido a la caída de estas cifras.
Asimismo, ya existen tecnologías para reducir drásticamente las emisiones de contaminantes climáticos de corta duración, principalmente en país desarrollados.