Un grupo de padres enojados se enfrentó con agentes de policía frente al Ayuntamiento de la ciudad ucraniana de Odesa por la inseguridad en que se encuentran sus hijos en los campamentos de recreo veraniego. El motivo fue un incendio que se produjo en uno de ellos cerca de la medianoche del 15 de septiembre, cuando tres niñas se quemaron vivas y otras dos resultaron gravemente heridas.
Los agentes dispararon gases lacrimógenos para dispersar a la creciente muchedumbre que exigía explicaciones al alcalde sobre las gravísimas infracciones de las medidas antiincendios que presuntamente habrían contribuido al fuego e impidieron el rescate. Horas después de la tragedia el funcionario aseguró que todo en el campamento Viktoria cumplía con "los más altos estándares de seguridad".
Mientras tanto, varias adolescentes residentes allí dijeron a la agencia Ruptly que "había un solo extintor de incendios" en el edificio calcinado. Además, el suministro eléctrico tenía obvios desperfectos que no pasaban inadvertidos. Hasta el agua en la ducha conducía electricidad y cuando se quejaban de los corrientazos que recibían duchándose, les decían que se pusieran zapatillas de goma.
Había una boca de incendio, pero con baja presión de agua, denunciaron a su vez los bomberos. Cuando llegaron para atender el aviso, el depósito de agua contra incendios estaba semivacío y el acceso al mismo estaba bloqueado. Solo pudieron encontrar una fuente de agua a 1.200 metros del foco.
Las llamas devoraron completamente un edificio de madera de dos plantas donde se encontraban aquella noche 52 niñas. Después de que los bomberos lograran extinguir el fuego, un equipo de rescate encontró los restos calcinados de tres víctimas. Las niñas muertas tenían entre 8 y 12 años, las hospitalizadas tienen 11.
Odesa vuelve a enmudecer por muertos en incendios, luego de la barbarie cometida en la 'revolución de la dignidad' en Ucrania, cuyos activistas bloquearon en mayo del 2014 la Casa de los Sindicatos y quemaron vivas a 48 personas, impidiéndoles que salieran a la calle. Dicha tragedia cumplió este año su tercer aniversario y los responsables siguen impunes.