¿Por qué el inventor del botón 'Me gusta' de Facebook reniega de las redes?
En 2007 Justin Rosenstein trabajó en el equipo de ingenieros de Facebook que crearon la innovadora tecla 'Me gusta', diseñada como una sencilla forma de "enviar pequeños porciones de positividad" con un solo clic. Transcurridos diez años, el empresario y exprogramador de la red social advierte de la peligrosa capacidad de seducción de esta opción, que describe a 'The Guardian' como "campanillazos alegres de falso placer" tan huecos como seductores.
Rosenstein, de 34 años, aplica medidas rigurosas para abstenerse de las redes sociales. El sistema operativo de su ordenador portátil lo tiene configurado para bloquear Reddit y, de igual forma, prescinde de Snapchat, equiparable por su capacidad adictiva a heroína, según él. Rosenstein tiene alterado el control parental de su nuevo iPhone para prohibir que se descargue cualquier aplicación.
Una innovación con consecuencias no intencionadas
La tecla 'Me gusta' de Facebook se convirtió en una pieza clave de la mayoría de las redes sociales, ofreciendo Twitter, Instagram y otras muchas aplicaciones la misma opción bajo otros nombres. Pulsando esta tecla los usuarios permiten a las compañías recopilar información sobre sus preferencias, unos datos altamente valorados por los emisores de publicidad, que los compran, explica el periódico británico.
"Es muy común para los seres humanos desarrollar cosas con las mejores intenciones para que después acaben teniendo consecuencias negativas no intencionadas", explica Rosenstein, que pertenece al círculo estrecho, aunque en aumento, de "los herejes de Silicon Valley" que lamentan el auge de la "economía de atención", un fenómeno provocado por la influencia del sector de la publicidad en Internet, explica 'The Guardian'.
"Todos estamos distraídos todo el tiempo"
Distintos estudios muestran los efectos adversos de esta obsesión con las redes sociales. Según algunos estudios, un usuario habitual puede llegar a tocar y teclear su teléfono hasta 2.617 veces al día. Y los efectos de esta obsesión basculan entre los psicológicos (un circulo de depresión sin salida) y los que disminuyen el nivel de inteligencia.
La "atención parcial prolongada" generada por el uso constante de los móviles reduce la capacidad de concentración, ya de por sí limitada, por lo que la presencia misma de los teléfonos inteligentes puede dañar la capacidad cognitiva de las personas, según un estudio reciente. "Todos estamos distraídos todo el tiempo", enfatiza Rosenstein.