Las autoridades de Estados Unidos han retirado las banderas de Rusia que ondeaban sobre las instalaciones del Consulado ruso en San Francisco, que fue cerrado el pasado agosto. Desde la Embajada rusa en Washington han confirmado el hecho y ya han enviado una nota de protesta.
Moscú exige "cesar la apropiación gradual de propiedades de Rusia", una medida que, según el embajador ruso en EE.UU., Anatoli Antónov, está siendo "acompañada por acciones denigratorias". Las acciones de Washington "solo complican el diálogo ruso-estadounidense", agregó el diplomático, cuyas palabras recoge la agencia Interfax.
"Lo percibimos como un movimiento extremadamente inamistoso", declara la cuenta de la embajada en Facebook. "Exigimos que devuelvan inmediatamente los símbolos estatales de Rusia a sus respectivos lugares y eviten esta clase de incidentes en el futuro".
"Otro acontecimiento reprobable", lamenta un tuit del servicio diplomático. "Las banderas han sido robadas de los edificios en San Francisco".
La retirada de las insignias eleva a un nuevo nivel de tensión la discusión en torno a las dependencias diplomáticas rusas en suelo estadounidense. Y eso que antes de este nuevo giro algunos expertos ya consideraban que la relación bilateral se encontraba en una "fase caliente de la guerra diplomática".
La escalada comenzó a finales del año 2016, durante las últimas semanas del mandato de Barack Obama como presidente, cuando EE.UU. expulsó a 35 empleados de la Embajada rusa en relación con presuntos ataques cibernéticos rusos. Además, la Administración demócrata precintó dos mansiones propiedad de la Embajada rusa en los estados de Nueva York y Maryland.
Meses después, el canciller Serguéi Lavrov se refirió al incidente catalogándolo como un "robo a plena luz del día". Desde que Donald Trump ocupara el Despacho Oval la situación no solo no se ha resuelto, sino que las desavenencias se agudizaron.