Cómo la UE provoca los sentimientos separatistas y por qué "habrá más Cataluñas"
La existencia misma de la Unión Europea provoca sentimientos separatistas en Cataluña y en otros lugares del continente, sostiene en un artículo para Carnegie.ru el profesor de la Nueva Escuela Económica de Rusia Rubén Yenikolópov.
El analista, que propone analizar la crisis catalana desde el punto de vista de los intereses de los políticos, en vez de los del "pueblo de España" y del "pueblo de Cataluña", opina que la UE ha tomado una posición demasiado pasiva en el conflicto entre Madrid y Barcelona, y pronostica que habrá "más Cataluñas".
Creciente desequilibrio
A su juicio, el problema fundamental es la discrepancia entre la gran influencia económica de Cataluña y su influencia política a nivel nacional, que ha caído significativamente en los últimos años, coincidiendo con la llegada al poder del Partido Popular llegara en 2011.
Este desequilibrio hizo que los problemas entre Madrid y Barcelona "comenzaran a acumularse rápidamente", llegando al día de hoy a "una crisis política a gran escala".
Falta de compromisos
Se podría resolver este problema y restaurar el equilibrio si al menos una de las partes "tuviera incentivos para hacer compromisos", pero "por desgracia", ni los políticos de Madrid ni los de Barcelona los tienen, se lamenta el experto.
- Así, la estrategia del Partido Popular consiste en "aumentar el apoyo entre sus votantes conservadores", que se oponen a "cualquier concesión" en la cuestión catalana, en vez de intentar resolver la crisis y ganar a los votantes más moderados.
- A su vez, el actual liderazgo de Cataluña tampoco está dispuesto a comprometerse. El presidente de la Generalidad de Cataluña, Carles Puigdemont, "es político de una idea": la de la independencia de Cataluña, detalla el analista. Yenikolópov explica que la "independencia en suspenso" declarada por Puigdemont el 10 de octubre es quizás la posición más cercana al compromiso que podría adoptar.
Polarización política
Según Yenikolópov, la situación en Cataluña "refleja la tendencia general" que se ha observado en los últimos años en un número creciente de democracias desarrolladas: los políticos, en lugar de luchar por los votantes moderados, prefieren tratar de aumentar la participación entre sus partidarios más radicales.
Como resultado, la polarización política ha aumentado bruscamente, y la capacidad de los opositores de negociar, por el contrario, ha disminuido. A su vez, la radicalización política conduce a la radicalización de la sociedad, añade el autor del artículo.
Enfoque pasivo de Bruselas
La situación en Cataluña demuestra también que el creciente radicalismo en las cuestiones políticas internas y la incapacidad para el diálogo puede convertirse rápidamente en un problema internacional "que amenaza la estabilidad interna de toda Europa", asevera Yenikolópov.
Es por eso por lo que el enfoque adoptado por Bruselas, que hasta ahora se ha limitado a llamar al respeto del Estado de derecho, puede "quitar los síntomas, pero no cura la enfermedad", señala el experto. A su juicio sería "mucho más sensato" para la UE tomar una posición más activa en las negociaciones entre Madrid y Barcelona.
Tentación supranacional
Para el analista, "la ironía" radica en el hecho de que la propia existencia de la Unión Europea y las perspectivas de unirse a ella algún día en calidad de un Estado independiente "provoca el sentimiento separatista en Cataluña, y no solo allí".
El experto explica que grandes países proporcionan a sus regiones muchos servicios y bienes públicos que les serían inaccesibles si fueran independientes (moneda propia, regulación bancaria, comercio exterior, etc.), a cambio de su permanencia dentro del Estado. Por su parte, la creciente influencia de las organizaciones supranacionales y los tratados multilaterales ha hecho que muchos de estos bienes puedan obtenerse siendo un pequeño país independiente.
Lo más probable es que esta "tentación", en última instancia, conduzca a un aumento de la descentralización, advierte Yenikolópov, para concluir que ignorar estas tendencias podría provocar el crecimiento de la tensión, conflictos abiertos y la desintegración de los Estados.