Una investigación científica, financiada por el gobierno mexicano, comprobó que las plantaciones de soja transgénica en el sureño estado de Yucatán han contaminado la producción de miel orgánica que desde allí se exporta a la Unión Europea (UE).
Los resultados del estudio, elaborado por Luis Medina, José Javier Quezada-Euán y William de J. May-Itzá –investigadores de la Universidad Autónoma de Yucatán–, demuestran que las abejas forrajeadoras pueden visitar las flores de soja ubicadas a más de tres kilómetros de sus apiarios, y de esa manera contaminar con polen transgénico la miel que producen.
El análisis, titulado 'Determinación y cuantificación de granos de polen de soja (Glycine max L.) en miel de abeja (Apis mellifera) y comportamiento de las abejas en áreas de cultivo cercanas a apiarios de la Península de Yucatán, México', asegura que el porcentaje de granos de polen de soja en la miel disminuye cuando se incrementan las distancias.
Las plantaciones de Monsanto
Con ello, la investigación establece que a nivel de apiario el porcentaje de contaminación en las mieles fue mínimo (menos del 0,9%). Cifra, por cierto, muy conveniente, pues las normas establecidas por la UE indican que la miel que contenga más de 0,9% de polen transgénico no es orgánica y, por tanto, debe etiquetarse como transgénica.
En contrapartida, y desde hace más de cinco años, indígenas mayas productores de miel y organizaciones no gubernamentales han denunciado que las plantaciones de Monsanto en la Península de Yucatán contaminan el producto.
En 2012, el gobierno mexicano autorizó la siembra de soja transgénica de Monsanto -la MON-04032-6, tolerante al herbicida glifosato- en 253.500 hectáreas de los estados de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Tamaulipas, San Luis Potosí, Veracruz y Chiapas.
De acuerdo con Greenpeace, los cultivos transgénicos representan una afectación para las abejas y la producción de miel mexicana. Según la organización internacional, las abejas son vulnerables ante la exposición a agrotóxicos.
La seguridad alimentaria
La manera en que se ven afectadas ya ha quedado demostrada con el estudio científico de la Universidad Autónoma de Yucatán, que revela que los porcentajes de polen transgénico presentes en la miel no siempre son menores al rango aceptado por la UE.
Hay "variaciones" en esa afectación, "dependiendo de la distancia del cultivo, de las extensiones de soja cultivadas, y posiblemente de la vegetación nativa cercana a los apiarios que proporcionan néctar y polen a las colonias de abejas", señala la investigación.
No obstante, el gobierno ha cedido en todo el país más de 15 millones de hectáreas a la siembra de distintos organismos genéticamente modificados, entre ellos de maíz, uno de los alimentos principales de los mexicanos.
Así, las prioridades gubernamentales parecen coincidir con los intereses -y beneficios- de grandes transnacionales como Monsanto, a pesar de los alertas y las protestas de quienes exigen considerar en primer lugar la seguridad alimentaria del país. La contaminación transgénica, al menos en el caso de la miel, es una realidad.
Nancy Flores
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