Después de casi mil años desde su construcción, la pirámide de Chichén Itzá, en la provincia mexicana de Yucatán, sigue fascinando con sus secretos.
Un grupo de científicos descubrió un pasadizo que conduciría a una cueva subterránea en el templo de Kukulkán, nombre con el que se conoce a la deidad maya representada como una serpiente emplumada, refiere El Universal.
La cueva, según los expertos, es un cenote (una suerte de hoyo inundado) que lleva al templo y que podría revelar la "geografía sagrada" del lugar. La teoría es que existe un sistema de sumideros subterráneos interconectados alrededor de la pirámide en sus puntos cardinales.
El hallazgo fue realizado por un equipo encabezado por el arqueólogo subacuático Guillermo de Anda, quien utilizó un radar de alta tecnología para enviar señales electromagnéticas y hacer un modelo en 3D de las estructuras que conforman el subsuelo alrededor de la pirámide.
Cambio en la historia
Sin embargo, aunque se tiene certeza de la existencia del pasadizo, no se han hecho las primeras exploraciones. De Anda, en declaraciones a Milenio, adelantó que de verificarse la presencia del cenote "cambiaría totalmente" la visión que se tiene sobre "los patrones del asentamiento maya".
En ese sentido, el especialista de la Universidad Estatal de California, James Brady, precisó que el cambio más significativo sería el de constatar que, a diferencia de la cosmogonía europea que ubica a las deidades en el cielo, la espiritualidad maya creía que lo divino se encontraba en el inframundo: "por ello es que formaciones como cuevas y cenotes eran tan sagradas, pues eran una vía de acceso al interior de la tierra, es decir, a la presencia de los dioses", afirmó en declaraciones recogidas por un boletín oficial del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Investigación multidisciplinaria
El proyecto de investigación se denominó Gran Acuífero Maya (GAM) y es impulsado por el INAH con el propósito de hacer un mapa detallado del área, así como obtener información arqueológica, geológica y biológica de la zona subterránea y los cenotes, que se estima son más de 6.000.
Los precursores de esta investigación son científicos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que en 2015 revelaron la existencia del cenote bajo el templo. Ahora, el equipo de De Anda, cree que en el edificio del Osario está la clave para el acceso al sistema de pasadizos, precisa La Verdad.
Según Daily Mail, el sumidero tiene unos 25 metros de diámetro y 20 metros de profundidad. Los investigadores han pasado al menos 6 meses de trabajo de campo en el laberinto subterráneo y creen que el pasadizo fue bloqueado por los propios mayas: "Entraremos y trataremos de desbloquearlo", aseguró De Anda, citado por El Universal.