Una secretaria del presidente se convierte en Primera Dama y, años después, se perfila como sucesora del Jefe de Estado: esa, a grandes rasgos, es Grace Mugabe.
La segunda esposa del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, ha sido considerada durante años como la "mujer trofeo" del mandatario, quien se juntó con la joven 40 años menor que él mientras su primera mujer, Sally, estaba prácticamente en su lecho de muerte.
Hasta enero de este año, la opinión pública hacía mofas de la 'superficialidad' de Grace, madre de tres hijos, aficionada a las compras y experta en gastar cuantiosas sumas de dinero como primera dama de un país con severas dificultades económicas. Pero es noviembre y el panorama es radicalmente distinto: un aparente golpe de Estado mantiene a Mugabe bajo arresto domiciliario mientras el recién destituido vicepresidente, Emmerson Mnangagwa, ha asegurado que asumirá las riendas del país. En esa trama, la esposa del mandatario tiene un papel clave: ¿cuál es?
¿Cambio de perfil?
La prensa se habituó a que los escándalos de Grace Mugabe eran por asuntos como la compra de un anillo valorado en 1,4 millones de dólares; la agresión a una joven modelo en Sudáfrica, incidente del que se libró con inmunidad diplomática; o la extravagante residencia que mandó a construir para vivir con su familia y más de 80 empleados. Brillos y derroche.
No obstante, en los últimos meses los rumores de que se preparaba para convertirse en la sucesora de su esposo comenzaron a atizarse por las diferencias de ella con el entonces vicepresidente Mnangagwa, quien llegó a acusarla de querer envenenarlo en agosto de este año, un señalamiento que fue negado por Grace.
La semana pasada, Mugabe destituyó a Mnangagwa tras acusarlo de "traición" y "deslealtad". Grace, por su parte, aseguró que se encargaría "personalmente" de sancionar al ex vicepresidente por considerar que este pretendía relevar al mandatario y tenía planes de perpetrar un "golpe de Estado". Un día después, las calles de la capital Harare fueron tomadas por militares y el futuro del país sigue en veremos.
"¿Por qué no?"
La primera dama de Zimbabue, nacida en Sudáfrica, tuvo un comienzo opaco. Su juventud y la sombra de la popular Sally, fallecida en 1992, frenaron su ascenso en el escenario político pero, años más tarde, la expropiación de empresas lácteas por parte de su marido le dio la oportunidad de administrarlas y allanarse un camino más cercano al poder, asegura The Guardian.
En 2014, su nombre se coló como posible sucesora, luego de que se convirtiera en lideresa de la sección femenina del partido gobernante. Un título doctoral, recibido apenas tres meses después de su inscripción en la Universidad de Zimbabue, fue la guinda del pastel y ese mismo año, lanzó la pregunta que abrió formalmente todas las apuestas: "Dicen que quiero ser presidente. ¿Por qué no? ¿Acaso no soy zimbabuense?".
En paralelo, el nombre de Mnangagwa también sonaba para sustituir a Mugabe, especialmente por el apoyo en las Fuerzas Armadas de su país. El detalle es que el longevo mandatario jamás ha declinado a presentarse a las elecciones presidenciales de 2018 y, evidentemente, apoya con ahínco las aspiraciones políticas de su esposa.
El roce entre Grace y Mnangagwa resultó inevitable. El entonces vicepresidente denunció a la esposa de Mugabe de querer asesinarlo y ella, en respuesta, le señaló de intentar derrocar al presidente. En noviembre, él fue relevado del cargo.
No es la primera vez que la esposa de Mugabe hace algo similar: en 2014, con acusaciones similares, la Primera Dama logró la destitución de la entonces segunda a bordo del gobierno, Joice Mujuru.
¿Y ahora qué?
Emmerson Mnangagwa había huido hacia Sudáfrica después de su destitución, con la mácula de conspirador contra Mugabe y causante de la división del partido de gobierno. Sin embargo, algunos medios aseguran que ha vuelto a Zimbabue.
Mientras tanto, la situación en Harare sigue sin definirse. El presidente Sudafricano, Jacob Zuma, ha confirmado que su homólogo se encuentra en buen estado aunque bajo arresto domiciliario en su residencia, y países como Inglaterra y EE.UU. llaman a sus ciudadanos en Zimbabue a mantenerse "bajo resguardo" a la espera de que se disipe la incertidumbre.
Las calles están militarizadas y Mnangagwa dice que pronto controlará "los resortes de poder" en su país, refiere el portal del Espectador. El paradero de Grace, por otro lado, es un rumor. Algunos medios aseguran que está en Namibia y voceros de su partido afirman que ya abandonó Zimbabue. No obstante, el silencio sobre su destino no acalla la duda atronadora: ¿asumirá ahora, desde el exilio, el liderazgo político para preservar la dinastía Mugabe?
Nazareth Balbás