Las fuerzas especiales de Corea del Norte han dejado de ser una simple molestia en la retaguardia del enemigo para evolucionar hacia "algo mucho más peligroso". Así lo afirma el columnista militar Kyle Mizokami para The National Interest, señalando que, en caso de una guerra con Corea del Sur, los comandos norcoreanos podrían dejar muerte y destrucción en su camino hacia el corazón de Seúl.
Mizokami explica que Corea del Norte cuenta con probablemente la mayor organización de fuerzas especiales en el mundo, con aproximadamente 200.000 efectivos. Distribuidos en 25 brigadas y 5 batallones, los comandos norcoreanos pueden infiltrarse en el país vecino ya sea por aire, por mar, por tierra o por debajo de ella.
Unos 150.000 de esos comandos pertenecen a unidades de infantería ligera divididos en 4 batallones de reconocimiento, cuya misión principal es cruzar las líneas enemigas a pie a través de la zona desmilitarizada, y un batallón para operaciones fuera del país. El resto corresponde a brigadas de infantería aerotransportada, francotiradores y tropas de mujeres entrenadas para realizar operaciones de combate disfrazadas de civiles.
"La capacidad de las fuerzas especiales para distribuir armas nucleares, químicas, biológicas o radiológicas podría, si tiene éxito, matar a miles de civiles", afirma Mizokami. El analista agrega que el máximo objetivo es la Casa Azul, la residencia presidencial surcoreana, de la cual Pionyang cuenta con un modelo sobre el que se simulan ataques.
"Aunque muchos indudablemente morirán rumbo a su destino, una vez en tierra, su entrenamiento, dureza y adoctrinamiento político los convierten en adversarios formidables", concluye el columnista.