El muro que impulsa el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la frontera entre su país y México no solo frenará el paso de inmigrantes indocumentados, también amenazará gravemente la supervivencia de especies enteras, incluidas algunas que están en peligro de extinción.
Una de ellas es el lobo gris mexicano ('Canis lupus baileyi'), considerado como probablemente extinto en el medio silvestre por la Norma Oficial Mexicana 059-SEMARNAT-2010 y cuyo programa binacional de rescate lleva vigente casi cuatro décadas.
Un muro divide tanto a las personas como a la fauna y los cauces naturales; por ello, sufrirán el impacto el lobo y todos los animales silvestres que habitan en la región o migran por esas rutas, señala el encargado del área de Fauna del mexicano Museo del Desierto, Fernando Toledo.
Programa binacional de recuperación
En el caso del 'Canis lupus baileyi', el muro podría marcar un serio retroceso en el proceso de repoblación, que ha involucrado a unas 55 instituciones mexicanas y estadounidenses públicas y privadas.
Fernando Toledo explica que la práctica extinción de esa especie se registró entre las décadas de los 50 y los 60, cuando se promovió una campaña muy fuerte de erradicación en el sur de EE.UU. y el norte de México que casi acabó con los lobos grises mexicanos.
Tanto, que el programa binacional para su recuperación que comenzó entre 1977 y 1980 tenía un número muy bajo de ejemplares. Entonces, el cazador Roy McBride capturó cuatro machos y una hembra preñada —los últimos en estado salvaje— que fueron enviados al Museo del Desierto de Arizona-Sonora ubicado en Tucson, según detalla Carlos Galindo, integrante de la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad.
300 ejemplares en cautiverio
Actualmente, casi todos los ejemplares están fuera de su hábitat y se encuentran en instituciones donde los cuidan y someten a programas de reproducción. Fernando Toledo se ha especializado en el cuidado de esa especie, pues el Museo del Desierto ubicado en Coahuila participa en ese programa binacional.
En total, este experto refiere que existen unos 300 lobos en cautiverio, tanto en México como en EE.UU., cuyas instituciones albergan ejemplares con la finalidad de resguardar la especie para que se reproduzca y pueda reintegrarse en la vida silvestre.
Política regresiva de Trump
A pesar de estos esfuerzos, la amenaza contra el lobo gris mexicano va mucho más allá del muro fronterizo. Para el Centro de Diversidad Biológica estadounidense, la política que impulsa la Administración Trump busca eliminar la protección a esa especie cuando la población silvestre en Nuevo México y Arizona alcance o supere 370 ejemplares y en el norte de México llegue a 170.
En estos momentos, hay cerca de 115 ejemplares libres en EE.UU. y se considera una población funcional, ya que ha habido nacimientos en un entorno salvaje. "En México, desafortunadamente, las reintroducciones de años pasados fracasaron: los animales se encontraron atropellados o muertos" y "hay alrededor de 20 ejemplares en los bosques mexicanos", indica Toledo.
Ese revés incluye la muerte de cachorros nacidos en libertad: en 2015, se registró el primer nacimiento de este tipo en territorio mexicano, pero la camada no sobrevivió. No fue hasta la primavera pasada cuando se localizó un lobo nacido en vida silvestre que ha sobrevivido hasta la edad reproductiva, refiere la bióloga Pamela Maciel Cabañas en su análisis 'El lobo mexicano'.
Ecosistemas sanos
Fernando Toledo explica que la existencia de esta especie en vida silvestre depende de la salud del ecosistema: debe ser sano, prácticamente virgen.
En México, la principal amenaza es la fragmentación del hábitat, provocada por la construcción de carreteras y la privatización de territorios. "El problema es que los seres humanos dividimos y creemos que tenemos el derecho sobre toda la Tierra y el ecosistema", relata este especialista.
Por ese motivo, para Fernando Toledo resulta fundamental que aprendamos a convivir con todos los animales —desde arañas hasta osos o serpientes—, ya que tienen una función primordial en los ecosistemas.
En el caso concreto del lobo, es un controlador natural de herbívoros como liebres, conejos, ciervos y ganado: si en un predio hay muchos de ellos, se produce sobrepastoreo y, por tanto, erosión y desertificación; con un depredador que controle la zona, hay un ecosistema sano.
Subespecie del lobo gris, el 'Canis lupus baileyi' vive en climas cálidos y bosques semiáridos, mide hasta 130 centímetros de largo por 80 de alto y pesa unos 40 kilos.
Nancy Flores