Los supuestos restos del yeti, el abominable hombre de las nieves, que se hallan en museos y colecciones privadas son falsos, afirma un estudio de la Universidad de Buffalo, en EE.UU., informa el portal británico Metro.
"Nuestros hallazgos sugieren que los fundamentos biológicos de la leyenda del Yeti provienen de los osos locales, y nuestro estudio demuestra que la genética debe ser capaz de desentrañar otros misterios similares", afirmó Charlotte Lindqvist, doctora de la Universidad de Buffalo y líder del equipo de científicos que ha publicado un estudio dedicado a la evolución de los primates en la revista Proceedings Of The Royal Society B.
Los expertos han determinado que los ocho conjuntos de restos existentes supuestamente de la criatura, incluidos huesos, dientes, piel, pelo y muestras fecales, pertenecen a osos y hasta a un perro.
¿La garra y el hueso del muslo de un yeti?
Todas estas muestras, recogidas en el Himalaya y en la meseta tibetana, eran presentadas como evidencias de la existencia del yeti. Sin embargo, las pruebas de ADN han demostrado que nada que ver tienen con las enormes y legendarias criaturas peludas semejantes a los seres humanos que supuestamente viven en remotas regiones de Nepal, el Tíbet y en algunas zonas montañosas de Rusia.
Entre las supuestas muestras del abominable hombre de las nieves estudiadas por el equipo de Lindqvist se encuentran un trozo de piel conservado de la garra de un yeti y un fragmento de hueso del muslo de una de las criaturas encontradas en una cueva tibetana. La muestra de piel resultó ser de un oso negro asiático y el hueso, de un oso pardo tibetano.
La leyenda del yeti forma parte del folclore nepalés y tiene una historia que se remonta cientos de años atrás. Sin embargo, pese a las numerosas historias, fotos poco nítidas y hasta videos que circulan sobre la existencia de esta criatura, nadie ha presentado la prueba definitiva de que el yeti sea real. La nueva investigación ha mostrado que los osos negros asiáticos, los pardos del Himalaya y los pardos tibetanos han contribuido al mito.