Este miércoles se disputó en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, el primer partido por la final de la Copa Sudamericana entre Independiente de Argentina y Flamengo de Brasil, donde los locales se impusieron por 2 a 1. Casi 50.000 fanáticos ingresaron al estadio Libertadores de América y protagonizaron una verdadera fiesta de fútbol.
La expectativa que se vivía en el ambiente era enorme. Por un lado, estaba el 'Rojo', el anfitrión, con sus 16 títulos internacionales y una afición ansiosa por celebrar un nuevo campeonato tras padecer el descenso de categoría en la liga argentina, allá por junio del 2013.
El 'Rey de Copas', como le suelen llamar a este club por su histórico desempeño en el plano continental, ya había ganado la Copa Sudamericana en 2010 frente al Goiás, otro conjunto brasilero. Después de eso, su hinchada no volvió a recibir alegrías, a pesar de ser la institución con más Libertadores ganadas: siete en total, siendo la competición más importante de la región.
En frente estaba el 'Fla', que, a pesar de tener tan solo cuatro trofeos internacionales, se trata del equipo más popular de Brasil; cuenta con más de 30 millones de hinchas, una cifra comparable a las poblaciones de muchos países. Eso es seis veces la cantidad de seguidores que tiene Independiente.
Algunos brasileros se acercaron al estadio para seguir a sus jugadores en la final de un campeonato que nunca ganaron. En total, no superaban las 2.000 personas: eso fue aprovechado por decenas de fanáticos de Independiente que no habían conseguido entradas para ver el partido —se agotaron en pocas horas—, y adquirieron esos 'tickets' sobrantes.
Entre los visitantes, también se encontraban hinchas de River y Racing, clásicos rivales del 'Rojo' en Argentina. Todos los condimentos estaban servidos para que esta fuera una gran final, y así lo entendió la afición.
En las calles de Avellaneda estaba repleto de revendedores ilegales de entradas, mientras la Policía provincial controlaba que no hubiera mayores incidentes.
Camisetas, banderas y afiches se vendían sin cesar. Pocas veces en aquella ciudad bonaerense se vio tanto consumo de alcohol para la previa de un evento deportivo.
El recibimiento para los jugadores fue con pura euforia, gritos e incluso lágrimas. La adrenalina y emoción se percibían en el ambiente. La final de la Copa Sudamericana estaba comenzando.
El partido lo empezó ganando Flamengo con un gol de cabeza tras un tiro libre perfectamente ejecutado. Iban ocho minutos de juego y ya brotaba el nerviosismo en la cancha, pero la afición de Independiente se repuso del golpe y volvió a cantar por su equipo. Mejorando su juego colectivo, el anfitrión lo dio vuelta: convirtió dos goles que hicieron explotar de alegría a los 'diablos rojos'.
Tras sonar el pitido final, la efusividad que se vivió en Avellaneda fue total. La salida del estadio y el regreso a los hogares parecía una marcha triunfal, donde todos los hinchas eran amigos y se abrazaban, aunque ni se conocían entre sí.
Bocinas, cánticos y bromas para los clásicos rivales resonaban por el espacio público. Así las cosas, con un 2-1 favorable, el equipo argentino deberá definir la serie en Río de Janeiro, en el imponente estadio Maracaná, donde ya logró la Supercopa de 1995.
¿Quién ganará el miércoles 13 de diciembre? ¿La alegría será brasilera o argentina?
Leandro Lutzky