En el Ejército estadounidense existe un grupo poco conocido de militares: aquellos que se alistaron siendo aún mexicanos, sirvieron a EE.UU. como soldados pero, por diferentes circunstancias, terminaron siendo deportados a México.
Si algunos ven a estos veteranos como parte de la nueva ola de los deportados de Estados Unidos, otros creen que se trata únicamente de soldados que se quedaron sin patria. En cualquier caso, lo cierto es que para estos exmilitares la lucha sigue con el único fin de regresar a EE.UU., que consideran su verdadera nación.
"Muchos de los compañeros que han sido deportados lo fueron por un crimen que cometieron. Muchos de nosotros, me incluyo a mí, tenemos problemas psicológicos, emocionalmente, problemas de adicción", comentó en el reportaje de RT Héctor Barajas, fundador de la Casa de Apoyo a los Veteranos Deportados la ciudad de Tijuana.
Héctor sirvió como paracaidista entre 1995 y 1999. Después de su condena de deportación por 20 años, fundó en 2013 esta organización donde los veteranos recién exiliados reciben cobijo, asesoría psicológica y se sienten parte de una gran familia.
Su gran objetivo —volver a EE.UU. y obtener la ciudadanía del país— parece imposible hasta que no se produzcan cambios sustanciales en la legislación estadounidense. Además, chocan con un gran obstáculo, ya que las autoridades de EE.UU. se muestran cada vez más reacias a admitir el reingreso de este tipo de inmigrantes deportados.
De momento las perspectivas que tienen los veteranos no son prometedoras. "Desafortunadamente, actualmente la única forma 100% legal que ellos tienen de regresar a EE.UU. es en un ataúd. Cuando un veterano fallece y no se encuentra dentro del país puede ingresar para ser enterrado en un cementerio militar y tener un funeral militar", comentó Esmeralda Flores, coordinadora de Asuntos Binacionales de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) en San Diego.