"Si la vida te da limones, pide sal y tequila", dice el refrán popular en México. ¿Y si no te da tequila? Pues pide murciélagos.
Esas pequeñas criaturas voladoras, tan vinculadas a la mala fama de vampiros y cuentos de terror, son las responsables del goce etílico de la sociedad mexicana: gracias a ellas existen el tequila y el mezcal.
Rodrigo Medellín, un investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se ha convertido en una suerte de embajador de esos mamíferos: concretamente del Leptonycteris nivalis y del Leptonycteris yerbabuenae, cuya existencia permite la polinización del agave.
"Tanto el tequila, el mezcal, el sotol, los destilados de agave e incluso los destilados como el pulque se los debemos a los murciélagos", afirmó Medellín, citado por Milenio, durante una conferencia magistral en el decimoquinto encuentro Biodiversa Laguna. Esa deuda, sin embargo, no es honrada como se debe: según la Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza (UICN), la especie Leptonycteris nivalis' está en alerta roja por la drástica disminución de su población en algunas zonas.
'Bat-friendly'
La UICN detalla que la desaparición de las especies de murciélagos en México es considerable en algunas zonas. Muchas de sus colonias incluso dejaron de existir. Paradójicamente, la industrialización del tequila tiene mucho que ver con la merma de estos animales.
Los humanos, al industrializar el proceso de cultivo del agave, han amenazado el suministro de alimento de los murciélagos. Gracias al proyecto de Medellín, algunas productoras de tequila y mezcal ahora dejan que 5% de su producción florezca de manera natural para alimentar a esos mamíferos y etiquetan a sus productos para detallar que son amigables con los mamíferos voladores,—'bat-friendly' en inglés—, precisa el portal de México Desconocido.
El agave, como los murciélagos, sale de noche. Su flor se abre después de la caída del sol y es entonces cuando estas criaturas los polinizan y ayudan a esparcir las semillas con sus heces. También controlan las plagas y se estima que al menos el 80% de los cactus del desierto de Sonora dependen de su minuciosa labor.
Del 'tzozt' a Drácula
Una de las labores de Medellín y el equipo de la UNAM ha sido desmitificar la idea errónea de los murciélagos como agentes del mal, una concepción que, según algunos historiadores, llegó importada por los conquistadores.
En el libro 'Zotz: el murciélago en la cultura maya' del investigador Roberto Romero Sandoval, recoge el portal Sin Embargo, se detalla la importancia que tenían esas criaturas en las culturas mayasmaya, azteca y tolteca por considerarlas de carácter divino.
Los mayas tenían un mes llamado 'tzotz', que significa murciélago y equivale a octubre, el período de las cosechas. En el centro y norte del estado de Chiapas aún se habla el idioma tzotzil, derivado del 'sots'il sots'il winik' que significa 'hombre murciélago'. Los náhuatl los lo consideraban como el dios del maíz y uno de los más venerados de su panteón.
No obstante, cuando Hernán Cortés llegó a México, se dice que un montón de murciélagos hematófagos (que se alimentan de sangre) atacaron a sus caballos, en un suceso que quedó registrado en los documentos escritos por su tripulación en 1519. El episodio fue retomado por el escritor irlandés Bram Stoker cuando preparaba su obra sobre el Conde Drácula. Allí, sostiene Medellín, empezó la caída de la reputación de estas especies.
Dejarlos en paz
El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) asegura que en el país habitan 150 especies de murciélagos, lo que convierte a México en el sexto con mayor diversidad en el mundo después de Brasil, Ecuador, Perú, Colombia y Venezuela.
Se calcula que 70% de esos murciélagos se alimentan de insectos; el 27% de frutas y néctar de plantas; y el restante 3%, de sangre. De las 1.250 especies de murciélagos existentes en el mundo, solo solo tres son hematófagas y se pueden encontrar en México.
Sin embargo, tanto Medellín y otros investigadores como Matías Martínez Coronel, de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), coinciden en que no hay que hacer grandes esfuerzos para garantizar la preservación de las especies, basta con dejarlas en paz.
"No se tiene que hacer nada, solo no molestarlos, no ahuyentarlos, quizás lo único que se tiene que hacer es contemplarlos y dejarlos libres en su hábitat", insistió Martínez Coronel en una entrevista publicada por Conacyt.
Batman
Medellín ha sido un precursor de la protección de los murciélagos, una labor a la que se han unido otros investigadores. Su pasión por los animales comenzó cuando era pequeño.
A los once años, un programa de televisión le garantizó que haría lo que le gustaba el resto de su vida. En una entrevista publicada en Youtube, Medellín contó que quería participar en un 'show' en el que hacían preguntas de diversos temas, y él estaba dispuesto a probar sus conocimientos sobre mamíferos. Su mamá lo llevó a la televisión, donde lo entrevistaron: era el primer niño que aparecía como concursante.
Aunque no ganó el premio mayor de 64.000 pesos, apareció seis sábados en el programa y llamó la atención del jefe de laboratorios de mastozoología de la UNAM, quien lo contactó a esa edad para llevarlo al campo y enseñarle aún más cosas sobre su pasión: los mamíferos. A los 12 tuvo su primer murciélago entre las manos.
Hoy le dicen Batman y aunque no se parece a Bruno Díaz —nombre con el que se conoce en Latinoamérica al personaje de Bruce Wayne— ni anda en batimóvil, ha desarrollado el superpoder de concienciar sobre el valor de los murciélagos y, cómo no, de preservar la bebida nacional mexicana. En su Ciudad Gótica se brinda con tequila.
Nazareth Balbás