Cerca de las 2:45 de la tarde, en Maracaibo, ciudad capital del estado Zulia (a 700 km, al occidente de Caracas), la temperatura es de 34 grados a la sombra; allí "hasta el viento suda", opina el poeta Alexis Blanco.
A esa hora, Carmen Emilia Duarte casi ha terminado de planchar la ropa y, en medio de aquella calurosa humedad, canta una gaita que suena en el aparato de radio:
"Maracaibo se agiganta, cual brillo nos da la luna,
pues tenemos la fortuna, que aquí todo el mundo canta...
Nací en la región zuliana, donde existe el calorcito,
contagioso y sabrosito, sea de noche o de mañana,
donde la gaita te anuncia que todo el año es Navidad".
No es una exageración, el tema musical que Carmen canta recoge una verdad extendida por toda esta nación latinoamericana: la gaita zuliana es la música de la Navidad venezolana por excelencia.
Un ritmo festivo, alegre, bailable, que se ha vinculado a las fiestas decembrinas a lo largo de los años.
Un origen
No existe un origen preciso de la gaita zuliana como forma musical, pero varias investigaciones coinciden en ubicar su nacimiento en las primeras décadas del siglo XIX como parte de las aspiraciones republicanas de los venezolanos, según un artículo publicado en el sitio web Sabor Gaitero dedicado a este género musical.
Por tradición, la gaita había sido vinculada a la devoción católica en honor a Santa Lucía, que se celebra el 13 de diciembre y cuyo templo se encuentra en el emblemático barrio El Empedrado de la ciudad de Maracaibo.
Una anécdota extendida en estado Zulia indica que el cura del templo sacó a los gaiteros de una misa por ser demasiado bulliciosos. Desde entonces, la gaita se desprendió de un carácter netamente religioso y se convirtió en expresión de júbilo y medio de protesta de la gente humilde.
En su historia, ha sido la protesta, el reclamo o la crítica popular la que ha dado fuerza a la gaita.
Justamente un tema que reclama el olvido gubernamental es considerado un himno: 'La grey zuliana', y su intérprete, Ricardo Aguirre González, pasó a ser considerado 'El Monumental'.
No obstante, los descendientes de africanos asentados al sur del lago de Maracaibo también reclaman la maternidad de la gaita como una expresión de protesta de los esclavos contra los españoles.
Lo cierto es que la gaita nace de la interacción de las culturas ibérica, africana y autóctona del estado Zulia. De allí que sus instrumentos sean:
- La tambora: que se coloca entra las piernas del ejecutante y se percute con dos baquetas de madera.
- El furro (derivado de la zambomba española): funciona como un bajo en la ejecución de la gaita.
- La charrasca: un cilindro metálico con una ranura en su eje longitudinal, y con estrías perpendiculares. El ejecutante frota con una varilla metálica, sobre las estrías para obtener su sonido característico.
- Las maracas
- El cuatro (derivado de la guitarra): considerado el instrumento nacional de Venezuela.
Los primeros cantos relacionados a la gaita fueron aportados por los cánticos que enseñaban en misa los misioneros católicos españoles. Más tarde se haría un canto colectivo y popular.
La palabra 'gaita'
El mismo sitio web explica que el término 'gaita' es de raíz galaico-portuguesa. Proviene del gótico 'gaits', que significa cabra, "porque el fuelle de la gaita gallega se hace con el cuero del caprino", indicó León Magno Montiel, periodista, locutor y uno de los más reconocidos cultores de la gaita zuliana.
Las gaitas
Este género musical tiene diferentes estructuras que le dan matices distintivos, por eso existen varios tipos:
- Gaita de furro (La más extendida).
- Gaita de tambora.
- Gaita perijanera.
- Gaita tamborera.
"La gaita es una forma musical que a su vez representa una gran tradición. Tiene mucha percusión, tiene letra profunda y melodía, pero es una gran tradición que se ha extendido por todo el país. La gaita es venezolana, por ello la Asamblea Nacional la decretó como Patrimonio Cultural de Venezuela, por ser la forma musical más extendida en todo el país", señala León Magno Montiel, ganador del Premio Nacional de Periodismo en 2004.
Zulianidad
Aunque la gaita aborda una infinidad de temas, los poetas que la escriben tienen predilección por los elementos que forman la zulianidad (relativo al estado Zulia): el puente sobre el lago, el propio lago de Maracaibo, la devoción a la virgen de Chiquinquirá (llamada popularmente 'la chinita') y los personajes de esta tierra.
Un ejemplo de ello es 'Lago ideal', una de las gaitas más representativas del poeta Luis Ferrer, en la que expresa el ensueño de los poetas maracaiberos con el lago.
En sus versos dice:
"La luz divina que tú reflejas beben mis ojos,
y me emborracho con los destellos de tus colores,
si hay trovadores que con su lira te hacen canciones,
son oraciones las que te dejo con mis antojos (...)
Y como un himno de bellas notas plenos de gloria,
se escucha el canto que deja el viento en las caracolas,
bailan las olas con las estrellas, son de tambores,
notas de gaita que canta un pueblo lleno de historia".
El periodista Montiel no duda al señalar que "la gaita es una de las formas musicales venezolanas con mayor poesía gracias a su estructura: tiene tres versos, un estribillo, en ocasiones una introducción. En la música de tambor, que se cultiva en el centro del país, por ejemplo, la poesía es muy limitada".
Composiciones como 'Acuarela lacustre', o 'Reflejos de mi lago', según explica el periodista, son solo una muestra de "lo profusa" que era la poesía gaitera de Ferrer.
Cielo y tierra
Para Lil Rodríguez, periodista y reconocida investigadora de la música del Caribe, la gaita zuliana "no solo es un género musical propio, particular, contagiante, hermoso, respondón y creativo, sino que tiene otra gran particularidad: convierte lo humano en divino y convierte lo divino en humano".
Para ejemplificarlo, apeló a frases de otras gaitas muy populares: "Se formó un gaitón en el cielo", "Canta aleluya gaitero, no hay nada como mi gaita, dice Dios en las alturas", "La chinita y papá Dios andan por el Saladillo..."
En opinión de Lil Rodríguez, "no hay otro género musical venezolano que acometa tal nivel de irreverencia".
Un canto colectivo
Desde sus inicios, la gaita zuliana era más bien un hecho vecinal, recuerda León Magno Montiel.
"Se colocaba una bandera en casa de uno de los vecinos", a manera de señal, de convocatoria, "y ahí se daba una gaita, es decir, se hacía una reunión para gaitear".
De mano en mano se pasaba un pañuelo y al que le tocaba debía improvisar un verso. Una tradición ya extinta, pero que recopila la gaita titulada 'Nuestra identidad', del año 1984: "La gaita ya no reviste, la alegría de otros años, de aquellas gaitas de antaño, solo queda el eco triste. Cortesía y elegancia, el trovador demostraba, si el pañuelo se le echaba, obsequiaba vino 'Gancia'".
De esa extinta tradición algo se conserva, relata Montiel, "aunque hoy se ha profesionalizado con la creación de agrupaciones gaiteras, la gaita se aprende a tocar en familia, en las barriadas, en las calles, en las esquinas. Los niños aprenden de unos a otros, a tocar la tambora, la charrasca o el furro".
Como canto rebelde de un pueblo, finaliza "se sigue cultivando la gaita de forma, digamos, artesanal".
Ernesto J. Navarro