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Sacerdotes benedictinos instalaron una "cultura de la violencia" en un colegio de Londres

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La prensa británica recoge un testimonio contra el sacerdote católico de mayor grado jamás condenado por abuso de menores en el Reino Unido.
Sacerdotes benedictinos instalaron una "cultura de la violencia" en un colegio de Londres

Un hombre que de niño sufrió abusos en el colegio católico de San Benedicto de Londres, se ha pronunciado sobre la "cultura de la violencia" existente en esa institución. El antiguo director de esta escuela secundaria, Andrew Soper, conocido como padre Laurence, fue encarcelado días antes de Navidad por delitos sexuales contra menores.

"La amenaza y la imposición de la violencia eran constantes. No podías evitarla: era completamente habitual", testificó la víctima ante un tribunal londinense contra el sacerdote.

"No había ni un solo día en el que no hubiera una cola de chicos frente al despacho [de Soper] esperando ser castigados con la vara", recordó.

El diario The Guardian apunta que el que se convirtió en los años 2000 en abad de la abadía de Ealing, en el oeste de Londres, es el sacerdote católico de mayor grado condenado hasta el momento por pedofilia y maltrato de menores en el país.

Molestaba "cuanto le era posible"

Peter, según se presentó el testigo, hijo de una pareja de devotos católicos, ganó una plaza con cuota en San Benedicto en 1979, cuando contaba con 11 años. En su declaración, calificó de "choque cultural" la situación a la que se enfrentó al llegar desde "una escuela primaria normal y tranquila".

En los dos años que pasó como alumno en la escuela católica, el padre Laurence le "molestaba cuanto le era posible". A menudo lo enviaban al despacho del sacerdote para que lo castigase con la vara. Después de cada golpe, Soper abusaba sexualmente a Peter, afirma el diario, mientras que él "no podía creer que un cura pudiera hacer eso".

Estas prácticas abusivas se reflejaron en el comportamiento de Peter, que entró en una "espiral descendiente" y hasta que le pidieron abandonar la escuela a los dos años de entrar. Para él fue un alivio volver a un colegio estatal, donde nadie le pegaba.

El cura fugitivo

El hombre no presentó su denuncia contra Soper hasta 2010, seis años después de que surgieran las primeras acusaciones contra el sacerdote. Para aquel entonces, el padre Laurence ya se había retirado de la abadía de Ealing y estaba trabajando en la sede central de la orden benedictina en Roma.

En el 2011, antes su cuarta cita para un interrogatorio policial, sacó todo el dinero que pudo de sus cuentas en el Banco del Vaticano y se dio a la fuga, escondiéndose en Kosovo. Cinco años después, fue extraditado para comparecer ante la Justicia británica.

Durante años, Peter pensaba que nadie iba a confiar en su palabra contra la de un cura. El abuso "era aceptado, era una norma, una rutina". En un momento derminado, se dio cuenta de que lo que sufría "le había ocurrido a una multitud de chicos antes que a él y le ocurriría después a muchos otros chicos". El hombre dice ahora que le es imposible evaluar el impacto que esa época tuvo sobre su vida posterior.

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